23. Par duplicado

500 50 14
                                    

Marcus Meyer

Sus penetrantes ojos color café claro vuelven otra vez atormentarme; suplicantes, aferrados e implorando que le diese la oportunidad de una explicación. Pero no lo hice.

Cuando Oliver me dijo que se había enamorado lo dudé por un instante. Nunca fue de ese tipo enamoradizo, a pesar de ser el más centrado de los tres, no quise creer que se hubiese enamorado de una mujer como Charlotte.

Que equivocado estaba, lo comprendí cuando la vi ese día en el restaurante. Llamó mi atención en milisegundos, sobre todo cuando se levantó diciendo que iría al tocador. Ver su cuerpo añorando salir de ese vestido adherido a su piel, hizo que se me endureciera el miembro con tan solo ver su voluminoso cuerpo. Tan sonriente, con un rostro angelical y mirada perversa.

—¿Qué te pasa? —pregunta Lorenzo cuando me mira —¿Todo bien en casa? —se burla con una sonrisa.

Lo escrudiño con la mirada, y después la vuelvo a poner en la carretera.

Sigo cabreado por lo que he visto hace un rato. Sus labios unidos a los del becario me han provocado los celos que creí haber escondido. El que me hubiese estado evitando por días es lo que más me ha llegado al ego. «No quiere verme». Pensé muchas veces durante la semana, y ahora sé cuál ha sido la razón de aquello.

Aparco el coche en el estacionamiento de la empresa. Lorenzo se baja emprendiendo así su camino a la oficina. Dejo que se adelante, no quiero que note mi frustración, mi enojo y... no sé qué otra mierda porque ahora mismo lo único que quiero es follarme a esa mujer y repetirle que no puede coger con otro que no sea yo.

Entro a la recepción al mismo tiempo en el que observo la hora en mi reloj. Para cuando estoy por presionar el botón del ascensor, las voces chillonas de dos chiquillas aparecen triturándome el tímpano.

—¡Marcus! —gritan al unísono.

Me pellizco el puente de la nariz consciente y preparado para el ataque cuando doy la media vuelta. Observo al par de gremlins duplicado corriendo hacia mí. Ambas gritan emocionadas, al mismo tiempo en el que se suben a mi cuerpo: Dilsea y Dominica.

—¡Hermanito! ¿Me extrañaste? Domi dijo que no —protesta Dilsea besándome las mejillas.

—No dije que no, simplemente ya sabes cómo es Marcus el ocupado —se defiende Dominica.

—Extrañé a las dos —digo, para que no entren en discusión.

Abrazo al par enorme rodeándoles el cuello con los brazos, una a cada lado.

—¿Qué hacen aquí? —les pregunto —. Creí que las vería hasta dentro de unas semanas en la finca.

Dominica presiona el botón, y juntos esperamos a que llegue el ascensor.

—Lo sé, pero mi papá nos mandó a las dos para que tú y Mercy nos dieran un recorrido por la ciudad.

Ya decía yo...

—Pues será Mercy quien les dará tour, yo muero de trabajo —inquiero, subiendo al elevador.

—¡No se vale, Marcus! Papá dijo que tenías libre este fin de semana, así que...

—Así que nada Dilsea, Marcus está ocupado —la interrumpe Dominica.

—Por eso eres la gremlin número uno, la que nació primero, la princesa...

—¡Cállate Marcus! Eso no me dijiste por teléfono —interrumpe Dilsea.

Al llegar, Dilsea sale primero corriendo hasta la oficina de Lorenzo.

PERVERSOS 1° SeducciónWhere stories live. Discover now