Capítulo 12

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Cuando el avión aterrizó, todavía era temprano, y cuando el chófer nos recogió, seguía siendo temprano, pero yo ya estaba en mi casilla del tablero de seguridad. Habíamos aterrizado en Los Ángeles e íbamos en alguna dirección que desconocía. Papa seguía con el ceño fruncido desde el tema de los pasajes de vuelo.

Era menor. Por supuesto que no habría podido viajar con él si Mark no hubiese falsificado la documentación y hackeado el sistema; bueno, muchos sistemas. Había violado varias leyes, pero me había ayudado. Había cumplido su promesa y no había pasado nada.

Aparentemente, mi padre y yo, bajo la ley, no teníamos ningún parentesco. Solo había un documento en la faz de la Tierra que probaba que yo era hijo suyo, pero ¿iba a creérselo alguien? Físicamente, sí somos padre e hijo. Era innegable. Pero la prueba de paternidad iba a tener que hablar por sí sola para que no fuese mi palabra contra la de él.

—Papá, ¿podrías dejar de poner esa cara? Parece que no te alegra haber vuelto a casa.

—La dejaré de poner cuando entienda el extraño comportamiento tuyo con el del mostrador. Junghyung, no me han pedido ninguna autorización; ninguna documentación. ¿Cómo quieres que confíe en ti? ¿Debería ir a la policía? Llevas desde que nos conocemos diciendo que soy tu padre, pero...

—Señor chófer, ¿puede parar aquí? —Hice caso omiso de lo que me estaba diciendo. Estaba harto, pero tenía razón.

Extrañamente, el chófer paró de inmediato en una fila de aparcamientos que había a unos metros. Pensé que no me haría caso. Abrí la puerta y me bajé del coche.

—Adiós, papá. Si quieres, puedes mandarme la ubicación de tu casa a este número. —Le tiré un trozo de papel que saqué del bolsillo sobre el asiento.

—Junghyung, ¿qué est... ¡Junghyung! —Lo oí gritar cuando me alejé del coche. El sonido de la puerta abriéndose no me hizo detenerme—. ¿A dónde vas?

—A cualquier sitio —respondí—. Tengo cosas que hacer y tengo que ir a clase. No soy un niño salvaje como los de El señor de las moscas.

—Ven aquí —me indicó—. Si tienes que ir a algún sitio, podemos ir en coche.

—No, no te preocupes. No vaya a ser que mi culo sea una mentira también.

—¿Qué estás diciendo? Ven aquí —Me gritó debido a que cada vez estaba más lejos.

—Paso, papá. Vete a la policía a denunciarme. Seguro que en tu barrio hay una estación en cada esquina.

Incluso desde donde estaba, pude escucharlo suspirar. Pero, bueno. No estaba de humor. No había dormido nada en el avión. Había estado tenso por si ocurría algún problema con Mark y no me apetecía lidiar con las desconfianzas, totalmente razonables, de mi padre.

Él podía irse a casa tranquilo o a donde quiera que fuera, que yo ya haría mis cosas. Miré alrededor e intenté ubicarme. Fui hacia la primera parada de autobús que vi y me fijé en las líneas. Con suerte y un poco de trasbordo, podría llegar a mi instituto. En realidad, todavía me quedaban algunas monedas sueltas. El dinero de la beca para el bono del transporte me lo había gastado en ir a Florida, así que hasta el próximo mes iba a tener que ir caminando y rezando. Ambas cosas. Simultáneamente.

Me senté en el banco a esperar y decidí sacar mi móvil. Lo había apagado para el vuelo y ni me había vuelto a acordar de él. Al encenderlo, me saltó un mensaje de Seyeon y varias llamadas. También algunos mensajes de Christie. ¿Se habría enterado de la mentira? Marqué el número de Seyeon enseguida y esperé.

—¡Junghyung! ¿Dónde demonios estabas metido? —La escuché histérica, aunque preocupada. Ya conocía ese tono.

—Lo siento. Llegamos ayer y me quedé en casa de un amigo. Estaba muy cansado como para volver a casa y mi móvil había muerto. ¿Ha pasado algo? —pregunté ansioso.

To Mr. Jeon [KookV]Where stories live. Discover now