Capítulo 8

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El pequeño se agachó con rapidez al lado de su padre. Sus temblorosas manos movían el cuerpo, desesperado. El rostro del mayor había perdido el color y había sido sustituido por una palidez extrema. Las ojeras eran cada vez más notorias desde esa altura para él.

—Papá —lo llamó—. Papi... Despierta... —rogó al tocarlo de nuevo.

Las lágrimas se acumularon en sus ojos y su pecho comenzó a subir y a bajar de forma frenética.

—Despier-ta, por fa-vor. —Hipó—. No me vayas a dejar... —murmuró al ver que su padre no respondía.

Miró hacia todos lados, pensando en cómo pedir ayuda hasta que recordó que Jane le había dado su número. Agradeció a todos los cielos la tan oportuna tarjeta y fue corriendo a buscarla.

Tras tropezar varias veces y limpiarse la cara con las mangas de la camiseta que se había puesto para dormir, marcó con un pulso poco acertado y rezó para que no se hubiese equivocado. Miró el reloj del salón, angustiado, mientras el pitido hacía eco en su oído. Era tarde, muy tarde.

El sonido lo estaba poniendo cada vez más nervioso y, justo cuando había perdido la esperanza, alguien descolgó la llamada.

—¿Señor Jeon? —cuestionó la voz de la mujer al otro lado.

—Soy yo —dijo poniendo todo su empeño para que sonara bien.

—¿Junghyung? —contestó preocupada—. ¿Qué ocurre?

—Papá... —Miró hacia la cocina y volvió a pasarse el antebrazo por los ojos.

—¿Dónde está? ¿No ha llegado? —Se extrañó, ya que se le había informado de que su jefe había dejado el hotel hacía un rato.

—Sí, está aquí, pero... —Se mordió el labio—. Y-o...

—Junghyung, ¿qué pasó con él? —cuestionó un poco alarmada esta vez.

—No sé qué le pasó —dijo entre hipidos—. Está en el suelo, no se mueve. Tienes que venir, por fa-vor —declaró con auténtica angustia.

El silencio se oyó momentáneamente al otro lado y, antes de preguntar si seguía ahí, su voz volvió a oírse a través del aparato.

—Los médicos van para allá, Junghyung —dijo con total seriedad—. Estoy en camino. Pronto llegaré. Quédate a su lado y vigílalo, ¿de acuerdo?

—Ven rápido —rogó—, ¿vale?

—Estaremos ahí enseguida. No te preocupes —dijo con la finalidad de consolarlo un poco—. Intenta calmarte.

—Está bien... —murmuró entre lágrimas antes de colgar.

Dejó el teléfono en su sitio y se apresuró hacia la cocina de nuevo.

—Papá —comenzó como si de verdad lo estuviese escuchando—. Jane me dijo que los médicos vendrán rápido —habló sonando más dispuesto a convencerse a sí mismo—. No te puedes ir a ningún lado, ¿eh? —Lo abrazó con cuidado—. Yo te prometo ser más bueno, pero no me dejes. Lo intentaré, de verdad que sí...—susurró mientras hacía el esfuerzo de detener el llanto.

El menor prefería hasta que su padre le estuviese echando la bronca por algo. No había que ser muy listo para saber que algo así ocurriría. Si su padre había estado llevando ese ritmo de vida todos estos años... No, no quería afligirse con eso. Tenía que buscar una solución, pero no se le ocurría nada, y el hecho de que él siguiera sin moverse lo estaba poniendo más de los nervios.

No quería perder a nadie. No quería terminar de quedarse solo. No quería nada de eso. Esa simple idea bastó para que su camiseta comenzase a humedecerse más todavía.

To Mr. Jeon [KookV]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora