Capítulo 4

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Suspiré cuando me miré al espejo y me revolví el pelo como un desquiciado. La comida ya estaba lista y yo no había salido del baño. Tragué nervioso y miré hacia la puerta. No iba a quedarme ahí todo el día, así que procedí a abrirla con cuidado y sacar la cabeza para asegurarme de que no hubiese nadie.

Cuando vi el pasillo completamente vacío, corrí de puntillas a la habitación y cerré. Un poco más y casi me congelo. Eso de bañarse con agua caliente y salir no era humano, pero es que, además de ser estúpido, también se me habían olvidado las vendas limpias. Pensé que no tendría que ponérmelas de nuevo, pero algunas heridas aún no habían terminado de cicatrizar. No quería que, por cosas del destino, se manchara la ropa y fuera aún más evidente de lo que yo ya era; o lo que es lo mismo: estúpido.

Tiré mi camiseta sobre la cama y volví a husmear en mi mochila. Saqué el pequeño rollo de vendas, que ya había cortado para la ocasión, y fui al espejo.

—¿Cómo era esto...? —dije pensativo.

Estas cosas nunca se me habían dado bien, por algo no era yo quien me las ponía, sino Christie, pero ahora tenía que buscarme la vida.

—A ver —dije cogiendo uno de los extremos—. Esto creo que era así... y... así... —La pasé por detrás dos veces—. Y... No... Por aquí... Sí... Y se va a quedar así, porque no tengo ni la más remota idea. —Sonreí contento por lo inútil que era mientras le ponía el enganche para que no se soltara.

Debería de haberla escuchado cuando me lo explicó por quinta vez. Si estuviera aquí, me molería a golpes, seguro.

—¿Junghyung? —oí la voz de Jimin-hyung—. ¿Con quién estás hablando?

—¡Con nadie! —respondí con rapidez mientras me terminaba de preparar a toda velocidad—. Ya voy, ya casi estoy —anuncié.

Fui hasta la puerta de nuevo y la abrí con cara de cumpleaños.

—Vamos a comer —dije entusiasmado—. Tengo mucha hambre.

Jimin-hyung negó con la cabeza, divertido, y me siguió escaleras abajo.



Llevábamos unos diez minutos comiendo en la mesa de la cocina y yo estaba más callado que un muerto. Podía sentir la pesada mirada de mi padre sobre mi casi todo el tiempo, y digo casi porque Jimin estaba notándolo, pero intentaba aligerar el ambiente. Este hombre es mi ídolo y nunca podré agradecerle lo mucho que ha hecho en lo poco que ha estado.

La verdad es que me estaba poniendo nervioso, porque las esperanzas de que lo olvidara se habían reducido por debajo de cero y, cuando me levanté para recoger mi plato, me tropecé con la alfombra y la silla y me comí el suelo de postre. A eso le llamo yo precisión. Menos mal que no había cogido nada en la mano, porque entonces la hubiese liado buena.

—¡Junghyung! —Jimin-hyung se asustó por la caía tan repentina y, como no, estúpida, todo hay que decirlo.

—¿Estás bien? —Vi a mi padre levantarse con rapidez y llegar hasta donde yo estaba—. ¿Te duele algo?

Cuando hizo esa pregunta, despegué mi vista del suelo y lo miré fijamente. ¿Aquello había sido con doble sentido? Decidí restarle importancia y me reí para aliviar la tensión.

—Me duelen muchas cosas en esta vida —contesté bromeando al levantarme del suelo mientras me sobaba una de las rodillas. Había dolido, pero eso me lo guardaría para mí, por supuesto.

Jimin-hyung pareció relajarse, pero mi padre siguió tenso, es decir, más de lo que solía estar habitualmente, y no dejó de mirarme.

—¿Por qué tienes tantos agujeros en tu ro...? ¿Eso es sangre? —Se acercó para agarrar la tela y yo me alarmé.

To Mr. Jeon [KookV]Where stories live. Discover now