EL PISO SUPERIOR

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Melanie y Boris se encontraban frente a la puerta del corredor superior. Ambos se miraban a la cara. Ninguno de los dos sentía que tenía el valor de abrirla; pero alguien tenía que dar el paso. Boris tomó la iniciativa, y lentamente acercó su mano a los pomos. De pronto, hizo algo que era totalmente irracional ante la situación.

—¡BOOOOO!

—¡AHHHH! ¿Qué te sucede? ¡Eres un imbécil!

—Solo quería alivianar la tensión del momento.

—Lo único que provocaste fue alterar mis nervios.

—Lo siento, Melanie. Pensé...

De pronto, algo sucedió, interrumpiendo las palabras de Boris. Las velas empezaron a apagarse y a encenderse de manera descontrolada, y una voz ronca de ultratumba se escuchó detrás de ellos. Esta provenía de la escalera principal.

¡MI HEREDERA! ¡MI HEREDERAAAA!

Ambos voltearon, y observaron a un sujeto alzando sus manos hacia la pintura. Boris y Melanie estaban tan asustados y confundidos, que no sabían que pensar. Este extraño sujeto se arrodilló ante la imagen de Ada Mongómerith, y siguió proclamando que ella era su heredera.

De pronto, el hombre se levantó, y volteó cautelosamente hacia ellos. Su cuello crujía como si se quebraba en varios pedazos. El impacto al observar su rostro fue funesto. De sus ojos salía una cantidad increíble de gusanos, y la boca estaba totalmente doblada hacia el lado izquierdo.

Luego, comenzó a reírse de manera escalofriante. Los jóvenes voltearon rápido hacia la puerta. Boris giró ambos pomos, y empujó bruscamente tratando de entrar, antes de que este sujeto extraño lograra acercarse a ellos. Ingresaron rápidamente, y solo voltearon para no perderlo de vista, mientras él continuaba riéndose. Ambos cerraron la puerta con fuerza. Su aliento se cortaba ante esta presencia tan anómala. Ahora estaban justo en el corredor, que les daba la bienvenida al piso superior.

En este lugar se podía contemplar un pasillo largo, con algunas lámparas en el techo que mantenían sus velas encendidas. Era un sitio muy tétrico. Las paredes estaban altamente deformadas y quebradas. El final de este pasaje, era difícil de apreciar con claridad, debido a que ese lugar de la mansión no estaba iluminado. Sin embargo, la luz de la luna alumbraba a un vitral de colores radiantes, que era complicado distinguir a lo lejos.

Comenzaron a caminar lenta y cautelosamente. Mientras lo hacían, se podían apreciar en las paredes algunas marcas que daban alusión de arañazos. Era como percibir el infierno en cada paso. En una de estas paredes, estaba un lienzo que dibujaba un árbol con hojas azules, y un maravilloso paisaje, donde se podía observar el ocaso. A su lado, se encontraba una puerta de madera. Los jóvenes decidieron caminar hasta esta, y comprobar que no estuviera cerrada, así que Melanie empujó a Boris para que tomara la iniciativa.

—¡Ve y abre! Necesitamos saber si los ruidos provienen de ahí.

—¿Por qué tengo que ser yo?

—Porque eres el hombre.

Boris la observó por unos segundos con gesto de desprecio en su rostro. Melanie le devolvió la mirada fijamente con sus ojos entrecerrados.

—¿Vas a abrir la puerta, o vas a permitir que una inocente jovencita lo haga por ti?

—¡No, Melanie!, yo lo haré. Qué más da... ya tocamos fondo.

—Entonces abre lentamente. No sabemos con qué nos podemos encontrar.

Boris suspiró profundamente, y posicionó su mano sobre el pomo, lo giró, y para su sorpresa, la puerta se abrió sin mucho esfuerzo. Entraron cuidadosamente y se encontraron con lo que parecía ser la habitación de algún músico. Esta no tenía iluminación, así que Melanie le quitó la linterna a Boris, y la encendió. Comenzaron a caminar cautelosamente alumbrando el sitio. En el centro de la alcoba, se hallaba un piano negro de madera con dibujos dorados muy bellos, pero en mal estado. En el fondo, se percibían unas guitarras antiguas con tallados muy raros. En algunas se observaban calaveras, y en otras, la forma de la muerte.

Ada, La Pintura del Mal y El Dije del InframundoWhere stories live. Discover now