LA ASCENSIÓN DE ADA (El Principio del Fin)

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Melanie se sentía aturdida. El encuentro con Ada en ese lugar fue turbio. Era como si había muerto por un tiempo, y alguien en el universo regurgitó para arrojarla de nuevo en la cripta. Comenzó a levantarse apoyándose de la urna. En cuanto logró ponerse en pie, observó el ataúd abierto.

Melanie echó un vistazo al interior del sarcófago. Mientras más se acercaba, el olor a muerte empezaba a percibirse. El cadáver emanaba un hedor fétido y de putrefacción, provocando que la joven se cubriera la nariz. Podía contemplar su material óseo, una larga cabellera oscura que cubría su cráneo, y aquel vestido azul con detalles en negro. Era un escenario realmente perturbador.

Mientras observaba los restos de Ada, vio el hermoso collar. Melanie tenía finalmente el Dije ante sus ojos. En sus pupilas se reflejaban esas ardientes llamas que ondeaban sin parar. Se notaba que tenía el infierno en su interior.

Se llenó de valor y volteó a un lado, mientras extendía su mano para tomar el collar. No deseaba observar el cadáver nuevamente. Si salía sana y salva de toda esa situación, llevaría esa imagen consigo para siempre.

A solo centímetros de tomar el collar, Melanie detuvo su mano y pensó:

—¡Esta perra me engaña! Si me pongo el collar para liberarla, ¿qué sentido tiene vengarme? ¿Cómo ella podría descansar en paz? —dijo—. No Melanie; Ada está usándote para llegar al pueblo. ¡Maldita! ¿Cómo no me di cuenta antes? Solo quiere tomar mi cuerpo para cumplir con su cometido.

Melanie retiró rápidamente su mano y volteó hacia el cadáver.

—Te equivocas, Ada. Conneri será un pueblo lleno de personas con errores y defectos; pero existen otras maneras de hacer justicia, y no es precisamente la venganza —expresó Melanie, mientras observaba los restos de Ada—. Así que... TE VAS A CONSUMIR AHÍ, PERRA. CON ESE MALDITO COLLAR, HASTA QUE TUS HUESOS DESAPAREZCAN POR COMPLETO, Y SOLO SUBSISTA ESA BASURA EN EL SEPULCRO —respiró profundamente—. Prefiero morir aquí, que condenar a un pueblo, y al mundo, a vivir en tu absurda realidad. Y menos usándome como un títere.

Melanie volteó con arrogancia y caminó impetuosamente hasta la entrada del recinto; pero de pronto, pasó algo inesperado. El cadáver de Ada se levantó de la tumba, con sus largos cabellos extendidos hacía arriba, ondeando lentamente. Era como si estaba sumergida en agua. Luego, se abalanzó sobre la joven, tomándola por la parte posterior de la cabeza, hasta elevarla, y apegar su cuerpo en una de las paredes de la cripta.

—¡Ahhhh! Suéltame, Maldita. Sé que eres tú. Hueles a excremento —dijo Melanie.

—Melanie; no tienes palabra. Solo tenías que colocarte el collar, y todo esto hubiera acabado muy rápido. ¡Pero no!, tu obstinación es mayor.

—¡Suéltame! Yo no hice ningún acuerdo contigo. Casi me engañas, lo admito; pero no fue tarde para darme cuenta.

—¡Yo creo que sí!

—¿A qué te refieres?

Ada giró el cuerpo de la joven con su huesuda mano izquierda, hasta quedar cara a cara con ella. Luego, la tomó de su vestido.

—Dame tu mano —dijo—, estás de suerte. No muchas jóvenes tienen la virtud de portar en su cuello un Dije tan elegante.

—Sí, me siento tan afortunada...

Ada soltó el vestido y presionó la cabeza de Melanie contra la pared.

—Tu insolencia no te llevará lejos, niña; pero eso se va a arreglar en este mismo instante —dijo Ada, mientras acercaba su fétida boca con la mandíbula descolgada al rostro de la joven.

—¡Dios!, que olor. Ni bañándome durante mil años lograré quitarme esta peste.

—No hará falta...

Ada, La Pintura del Mal y El Dije del InframundoOnde histórias criam vida. Descubra agora