EL DIJE DEL INFRAMUNDO

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El Dije del Inframundo contiene poderes inimaginables, capaces de burlar a la muerte y alterar el tiempo a beneficio propio. Es un fragmento del infierno en la tierra, y una de las llaves para acceder al trono del Ángel Caído. Si es portado por la persona correcta, esta tendría poderes sobrenaturales capaces de generar el mal a su antojo.

Melanie se encontraba en un estado de trance. Dormía mientras a su alrededor todo se devastaba. Ella se hallaba dentro del Dije. En teoría, estaba en el mismo infierno. Se levantó lentamente y con dificultad. Luego de sobreponerse, lo que observaron sus ojos fue atroz. Estaba en un lugar totalmente en cenizas, y el olor que expedía era de azufre. A lo lejos, podía ver algunas estructuras destruidas, y otras cayendo como si alguien se encontraba demoliéndolas sin parar. Vio al suelo, y observó varios rostros sumergidos hasta las orejas en una especie de pantano grisáceo y viscoso. El cielo, era fuego al rojo vivo, ondeando constantemente.

—¡Este es el infierno! Ada debió matarme —dijo Melanie, contemplando todo su entorno.

Melanie empezó a caminar tratando de no pisar los rostros. Sus miedos habían regresado. Todo a su alrededor iba cambiando de gris a un tono negro como la noche, solo iluminado por esas ardientes llamas de arriba. De pronto, comenzó a escuchar gritos; eran como ecos que abrumaban a sus oídos. Los rostros que sobresalían del piso abrieron sus bocas y comenzaron a vociferar pidiendo auxilio. La joven se espantó y empezó a correr sin rumbo. Mientras avanzaba, se encontraba con una mayor cantidad de estos seres. Eran almas atrapadas en el inframundo implorando ayuda.

—¡Dios, esto es horrible! Por favor sácame de aquí. Yo no he hecho nada malo.

La joven corrió como nunca antes, desesperada y abrumada. Aceleraba cada vez más, como si alguien la estaba siguiendo; pero sentía que no llegaba a ningún lado. Sin darse cuenta donde pisaba, cayó en una especie de pantano de color negro. Era tan profundo, que comenzaba a hundirse sin parar. Lo único que podía apreciar, era aquella masa de fuego intensa que irradiaba sobre todo el lugar. Sus ojos se iluminaron contemplando la llama, y parecía que era lo último que vería antes de sumergirse eternamente.

Melanie jamás pensó en el infierno como su último descanso; pero estaba ahí, y finalmente la consumía en sus entrañas. La joven cerró sus ojos y quedó sumergida dentro de esas aguas oscuras, sin noción alguna de lo que sucedía. De pronto, un agujero se abrió a sus espaldas, mientras varias manos la tomaban de sus extremidades. Así desapareció en el fondo sin dejar rastros.

...

Un lugar en penumbras apareció de la nada. Las paredes estaban repletas de huesos humanos que se movían entre ellas, como restos insepultos en lodo. Los cráneos abrían y cerraban sus bocas constantemente. Parecían estar sufriendo aún después de haber sido desmembrados. Era un lugar aterrador, pero impresionante. Melanie estaba inconsciente sobre un suelo de piedras negras y blancas que expedía humo en pequeñas cantidades. De pronto, la joven empezó a abrir los ojos viendo el panorama totalmente difuso.

—¡Hey!, está despertando. ¡Está viva!

—Nadie está vivo aquí, Romand.

—¡Cierto! Lo siento.

—No hay problema. ¡Hola, Melanie!

—¿Quién eres...? Me siento mareada —dijo mientras colocaba las manos sobre su cabeza—. ¿Cómo sabes mi nombre?

—Hay cosas que no sabes del infierno, chica asustada.

Melanie cerró y abrió los ojos varias veces, y con gran asombro dijo lo siguiente:

—Solo una persona me ha dicho así en mi vida.

De pronto, comenzó a recobrar la vista. Pero el sitio estaba muy oscuro.

Ada, La Pintura del Mal y El Dije del InframundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora