LA APUESTA DE BORIS

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Forinang, La Gran Ciudad. Un territorio de oportunidades, donde muchas personas incursionan en actividades de alta envergadura, y los jóvenes exploran buscando nuevos rumbos. Una metrópoli con enormes edificaciones de cristal, innumerables empresas de prestigio, y abundantes comercios.

En el año 1999, dentro de la Escuela de Música Tovey, se encontraba el joven Boris Cambelth de tan solo 17 años, sentado en uno de sus largos pasillos con su guitarra eléctrica favorita (una Gibson Les Paul Custom de color rojo). Descansaba su espalda sobre un casillero, mirando como sus dedos rozaban las cuerdas lentamente, y se comenzaba a escuchar un afanoso, e impecable sonido.

Boris asistía a esta escuela desde los 10 años, luego de que su Madre: Eleonor Makaby, le regalara su primera guitarra (una acústica Washburn J20S). Pasados cinco años, su vida cambiaría por completo, al enterarse de que su madre (una enfermera y rescatista muy reconocida en Forinang), había fallecido en un fatídico accidente. La ambulancia donde prestaba auxilio, colisionó contra un furgón, declarándola muerta a las 12:06 de la medianoche, del día 05 de Agosto de 1997.

La muerte de Eleonor fue un golpe extremo en la vida de Boris. Ella era dulce, y lo apoyaba en todas las decisiones que tomara. A diferencia de su padre: Alexander Cambelth. Un abogado de alta clase, quien lo humillaba por no ser como él. Culpaba siempre a su esposa por haber encaminado a su hijo hacia el mundo de la música, y alejarlo de ese futuro prometedor como un respetable abogado.

Tiempo después del deceso de su madre, Boris tomó una decisión drástica en su vida. Se alejó de su padre biológico, y decidió rentar un departamento a pocas calles de la escuela de música. Así evitaría conflictos, y podría continuar el camino que él creía correcto. El joven no solo era músico, también trabajaba en una tienda de abarrotes; y eso era suficiente para cubrir sus gastos.

Mientras continuaba tocando, salió de clases su grupo de amigos, con quien mantenía una buena relación de afecto; y con ellos, Gerolt Zeelenberg de 15 años. Él viajaba tres veces por semana para tomar clases de piano, obligado por su padre, con el propósito de proyectar su agilidad con las manos, y que desarrollara su mente para planes futuros.

Los amigos de Boris eran muy extrovertidos. En especial uno de ellos, a quien apodaban "el terror". Conocido por sus visitas ocasionales a cementerios, para experimentar actividades paranormales.

Mientras saludaban, Esteban Demoria (el terror), de 18 años (un chico robusto, y de cabellera negra), decidió iniciar una conversación en un tono muy sarcástico.

—Ahora que ya somos libres de este encierro, ¿por qué no hacemos algo emocionante?

—Esteban; ¿sabías que nadie te obliga a venir a la escuela? Tú lo haces solo para llevarle la contraria a tus padres —contestó Boris.

—Creo que tú eres el menos indicado para decirme eso. No somos tan diferentes, Boris. Tú también estás aquí para molestar a tu papá.

—¡Te equivocas! Amo lo que hago, así como mi madre también lo hizo. Pero... lamentablemente ya no está.

Todo se quedó en completo silencio por unos minutos, hasta que otro amigo de Boris, quien era conocido como Carlos Humbolt; un joven caucásico de cabello rizado, y atlético, dijo lo siguiente:

—Boris; tú eres un excelente músico. Ten la certeza de que tu madre, está orgullosa de ti donde quiera que se encuentre.

—¡Gracias! —respondió Boris con una sonrisa disimulada.

—¡Por favor!, no empecemos con las historias tristes —dijo Esteban—, es hora de la adrenalina. Pero no sé si realmente estoy hablando con hombres.

Ada, La Pintura del Mal y El Dije del InframundoWhere stories live. Discover now