EL DESTINO DE CONNERI (La respuesta del Inframundo)

16 6 0
                                    

Hora: 7:01:02 p.m.

El pueblo de Conneri se encontraba devastado. La desaparición del nuevo Sheriff elegido por los habitantes para relevar del mando a Arthur Chester, fue inesperada. Igualmente, de los oficiales que lo acompañaron en su misión de rescate. Finalmente se habían dado cuenta de que no era un acto de cobardía, realmente ese bosque estaba maldito.

La noticia de que solo había quedado viva Madeleine Bourne, no fue divulgada en el pueblo para evitar mayores escándalos. Arthur era el único que lo sabía y estaba en total conocimiento de las revueltas en Forinang.

La viuda de Marcus se encontraba en uno de los sillones de su hogar; sola y tomando una botella de vino, mientras sus dos hijos dormían. Ella lloraba sin parar, porque tenía que mentirles. Les decía que su padre estaba en una misión importante en La Gran Ciudad, y no regresaría en días. Solo pensaba que otra mentira diría a sus hijos, luego de que pasaran meses sin saber de él, o como sería la reacción de ambos si conocieran la verdad.

Teresa Smith aún lloraba la desaparición de su única hija. Se hallaba sentada en la cama de la joven, lamentándose porque jamás volvería a verla. Sus lágrimas caían sobre la fotografía de su último aniversario de vida. Muchos recuerdos llegaban a su memoria. Sentía que estaba desvariando. Veía a Melanie de niña, corriendo por la habitación, y disfrutando de sus juegos en solitario.

La Madre de Sara estaba acostada sobre una alfombra en el corredor de su casa. Lloraba sin consuelo. Tenía entre sus brazos el peluche de felpa favorito de su hija.

Mientras el pueblo se envolvía con las penumbras de la noche, algo sucedió. Se encontraba entrando de manera triunfal Ada Mongómerith; usurpando el cuerpo de la joven Melanie, con su carácter impetuoso de heredera, y ese anhelo de venganza que recorría todo su ser.

Cada pisada hundía el pavimento en llamas, dejando cávales huellas encendidas y espectrales. A lo lejos, se podían apreciar aquellos ojos de color naranja que resplandecían cual fuego de infierno. El olor a brasas y azufre era impresionante. No tardó mucho tiempo para que todo el pueblo sintiera ese profundo hedor, generando una enorme incertidumbre.

Los habitantes comenzaron a salir de sus casas, alarmados por aquel olor tan repulsivo. Arthur, quien se encontraba en el bar tomando unas cervezas, también lo percibió y salió rápidamente con la sensación abrumante de que algo se incendiaba. Conneri no tenía cuerpo de bomberos, si se presentaba una situación de incendio, recurrían a Forinang para pedir este tipo de refuerzos.

Ada se detuvo a un par de metros del redondel para observar los alrededores. Muchos habitantes se aproximaron al sitio. No podían creer lo que estaban percibiendo sus ojos.

—Es ella... Melanie Grofint —dijo una mujer.

Arthur llegó al sitio y comenzó a apartar a la multitud. En cuanto la vio, quedó estupefacto.

Una vecina de los Grofint tomó su teléfono celular y llamó desesperadamente a Teresa; quien estaba tan deprimida y segregada del mundo, que no le importaba si el olor implicaba que el pueblo estaba ardiendo en llamas, o si se trataba de un incendio en el bosque. Había perdido lo único que le daba fuerzas para seguir viviendo. El celular de Teresa se encontraba en una mesa de noche en su alcoba. No pensaba contestar, porque su mente divagaba en una laguna de pensamientos.

Arthur estaba alarmado. Una parte de él, sentía que uno de los casos más agobiantes de Conneri se había resuelto, pero otra parte de su ser, no estaba convencida del todo. Ese vestido largo de antaño solo podía significar una cosa; que ella provenía de la Mansión Mongómerith. Con todas estas dudas, Arthur desenvainó su arma y la apuntó directamente al rostro.

Ada, La Pintura del Mal y El Dije del InframundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora