PARTE 3 - FINAL EL DOMINIO DE ADA

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Melanie se hallaba justo al frente del Sepulcro de Ada. Realmente no podía creerlo. Ahora que estaba a solo pasos de su destino, comenzaba a sentir una enorme ansiedad. Caminó hacia la puerta, la empujó levemente, y esta se abrió, generando un ruido rechinante. La joven observó el interior de la cripta y notó que se encontraba en total oscuridad. De pronto, se encendieron unas pequeñas antorchas postradas en las paredes, mostrando unas escaleras de piedra que descendían. Estas tenían solo veinte escalones, y al final, un arco de rocas que colindaba con el sitio.

La joven guardó la linterna en la pretina y decidió bajar. Mientras pisaba cada escalón, observaba el aposento al final, donde solo se apreciaba una alfombra de color vino tinto. Melanie estaba a solo unos pasos del lugar donde descansaban los restos mortales de esa mujer misteriosa y maligna.

La joven llegó al borde de la escalera, colocó su mano sobre una columna de piedra del lado izquierdo, y observó con recelo el interior de la cripta. Todo se notaba increíble para ser una tumba. El sepulcro era como ningún otro que hubiera visto en su corta vida.

En realidad, esta cripta estaba construida con una mezcla de piedras calizas y arcilla. Con columnas que proyectaban en la parte superior arcos perfectos, colmados de fragmentos de oro que adornaban su estructura. En un costado, se podía apreciar una pequeña mesa con vasijas de bronce y, en el centro, justo sobre ese tapete de color vino, se encontraba el sorprendente sarcófago de Ada Mongómerith. Hecho de alabastro policromado, mármol y bronce. Tenía esculpida la forma de una mujer de manera perfecta. Se veía tan reluciente y única, que parecía forjada por los mismos ángeles. Melanie estaba estupefacta. No podía creer que el lugar de descanso eterno de esa mujer, fuera de tal magnitud.

Melanie se situó al lado del Sepulcro, donde podía apreciar con claridad, el rostro tallado de Ada.

—Muy bien, Ada. Estoy aquí. ¿Qué más quieres de mí?

Melanie observaba todo a su alrededor, esperando que algo se activara, o en el peor de los casos, que el cadáver saliera del sarcófago. Pero nada sucedía.

—¡Genial! —exclamó Melanie, confundida y con una inmensa rabia.

Luego, golpeó el féretro con ímpetu y quedó completamente petrificada. Sus pupilas se ocultaron dentro de los párpados. Todo el lugar empezó a tambalear como si se trataba de un seísmo, mientras Melanie, entraba en un estado de trance.

...

El lobo que se encontraba frente al auto de Gerolt, volteó a su derecha. Por primera vez realizaba un movimiento después de haberse ubicado en el sitio. Así corrió en esa dirección, perdiéndose en la oscuridad del bosque.

—¡Excelente! Esta es mi oportunidad —dijo Gerolt intentando encender el vehículo. Pero lamentablemente no obtuvo ningún resultado favorable.

De pronto, algo cayó sobre el techo del auto, provocando que el joven se alarmara, y comenzara a ver la parte superior, con temor y desesperación.

—¿Qué demonios fue eso?

Una figura espectral con un capuchón negro, comenzó a asomarse por el parabrisas. Luego, el ambiente cambió drásticamente. Todo se transformó en un sitio infernal. Los árboles se incendiaron sin razón alguna, y el cielo parecía haber desaparecido. Esto provocó que Gerolt cubriera su boca con ambas manos, y sollozara en silencio.

...

La pintura de Ada empezó a moverse nuevamente, cerrando los ojos, mientras comenzaba a llorar sangre en cantidades colosales. El ángel invertido se cubrió en llamas sin motivo aparente, y las velas de la gran lámpara en el techo, comenzaron a ondear como si un viento estaba soplando muy fuerte. Las agujas del reloj con forma de ataúd se movían de manera descontrolada, y la puerta del corredor de servicio se abrió misteriosamente.

Ada, La Pintura del Mal y El Dije del InframundoWhere stories live. Discover now