EPÍLOGO

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Han pasado 20 años desde de los trágicos sucesos en Conneri. Las nuevas generaciones, se interesaban en conocer los detalles del misterioso lugar que denominaban: "El Pueblo del Infierno".

Dylan Zeelenberg de 14 años de edad, se sentía apasionado por el evento paranormal en Conneri. A escondidas de su padre, revisaba las noticias antiguas buscando reseñas fascinantes, que le permitieran conocer más sobre este misterio.

Gerolt Zeelenberg aún recordaba a Melanie y a Sara con lágrimas en sus ojos. No podía borrar la imagen de ambas, riendo y caminando por el pueblo tomadas de los brazos. Había abandonado la idea de ser arquitecto como su padre, para dedicarse a estudiar en la Escuela de Oficiales de Forinang. Así se dio cuenta de su verdadera vocación, graduándose con honores, y convirtiéndose en el mejor de su Departamento. Gerolt fue nombrado en 2021 Comandante de la Policía. Ahora se dedicaría con todas sus fuerzas a salvaguardar a La Gran Ciudad de cualquier evento desafortunado.

Él se hallaba en su oficina viendo las fotos de los jóvenes desaparecidos. Especialmente, las de Melanie y Sara. Estos casos habían sido cerrados, porque finalmente aceptaron la hipótesis de eventos paranormales. El camino a Conneri fue sellado completamente con un muro de acero reforzado; imposible de cruzar para alguien que no perteneciera a las fuerzas policiales.

Mientras Gerolt continuaba sumergido en los recuerdos, la oficial Alison Clark llamó a la puerta de su oficina. Ella era una chica joven de 27 años, delgada, y de cabello negro ondulado.

—¡Adelante! —respondió Gerolt al llamado.

—¿Ocupado, jefe?

—No mucho. ¿Qué me tienes?

—¡Noticias! Realmente debes ver esto. Si te lo cuento, no me vas a creer.

—¿De qué hablas?

—Uno de nuestros pilotos se encontraba sobrevolando Conneri...

—¡Yo no he dado órdenes de que pasen por ese lugar!

—Fue sobre el pueblo.

—¡SIN EXCEPCIONES, ALISON! —dijo Gerolt, golpeando su escritorio—. No es seguro.

—Lo siento, fue un desvío. El piloto tuvo problemas con la palanca de mando. Eso lo llevó a sobrevolar el lugar. No fue intencional.

—Perdóname, Alison... es que...

—Sé lo que sucedió en ese sitio, Gerolt, y créeme, entiendo por lo que tuviste que pasar.

—Mis padres y yo tuvimos mucha suerte. Ellos estaban de viaje. No encontraron vuelos hasta una semana después, gracias a la tormenta en Londres. Se salvaron de morir de esa manera tan lamentable.

—Gerolt; necesito que me escuches —dijo Alison, mientras tomaba las manos de su jefe sobre el escritorio—, nuestro piloto vio algo.

—¿De qué se trata?

—Una luz muy fuerte de color amarillo que irradiaba en Conneri. Estuve investigando. Según las coordenadas que me dio, y revisando la estructura del pueblo, es justo el sitio donde se encontraba su iglesia.

—Pudo haber sido el reflejo del sol, o algo así.

—No, Gerolt. El piloto activó la cámara inferior y tomó esta imagen.

Alison mostró a Gerolt la fotografía, y de inmediato se levantó exaltado de su asiento. La imagen revelaba una luz amarilla muy brillante, y en el centro, una monumental cruz.

—¿Ves a lo que me refiero?

—¿Tenemos unidades aéreas activas? —preguntó Gerolt.

—Por supuesto. ¿Piensas ir?

Ada, La Pintura del Mal y El Dije del InframundoWhere stories live. Discover now