Las traiciones siempre vienen de quien menos lo esperas y eso era totalmente cierto.
Cuando alguien te traiciona y destruye todo tu mundo, te das cuenta de que las peores traiciones vienen de las personas que más amas.
La venganza es placentera, ta...
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Su mano se aferró a la mía mientras ingresábamos en aquella casa en donde se estaba llevando a cabo una fiesta. Evidentemente era una fiesta de personas del bajo mundo y se notaba a leguas, pues la presuntuosidad no era algo que se viera en los alrededores y todos parecían estar en otra sintonía, en una muy diferente de las que solía apreciar en las fiestas a las que generalmente iba.
—¿De dónde son estas personas? —él sonrió de forma ladeada mientras me llevaba a la sala del lugar cruzando a través del mar de personas.
—De tu misma universidad, fresita. Claro, en su gran mayoría —contestó elevando su voz por encima de la música.
Al llegar a la sala él se acercó a una mesa y mientras me llenaba el vaso no quité mi mirada de él.
Al tener dos en la mano me tendió uno y llevó el otro a sus labios y cuando vi que bebió y tragó lo intercambié por el suyo tomándolo por sorpresa.
—Costumbre —hice un ademán para restarle importancia al asunto.
Él no contestó a ello y solo sonrió antes de comenzar a moverse al mismo ritmo de la música. Yo le devolví la sonrisa mientras me movía al compas acercándome cada vez más a su cuerpo para terminar chocándolo con el mío mientras me movía.
Sabía moverme, claro que lo hacía, practicaba todo tipo de danza y al ver que él podía seguirme el ritmo una extraña sensación me recorrió.
Nuestros cuerpos terminaron moviéndose de un lado a otro mientras su mano libre se aferraba a mi cintura. Su concentración se centró totalmente en mi persona mientras sonreía y miraba hacia sus ojos los cuales brillaban suavemente. Las personas a nuestro alrededor por un instante desaparecieron y mientras daba trago tras otro fue inevitable no sentirme plena.
La sustancia por mi garganta descendía quemándola un poco, pero me resistí a hacer una mueca.
Él en poco tiempo finalizó la sustancia de su vaso y lo arrojó al suelo para llevar ambas manos hacia mi cintura.
Jadeé cuando me llevó hacia él con fuerza pegándose completamente a mí. Luego me hizo dar la vuelta y su mano fue hacia mi vientre para presionarse conmigo con los movimientos que estábamos efectuando.
Mi espalda comenzaba a sudar y la chaqueta me estaba dando más calor del que necesitaba.
Su rostro fue a parar hacia mi cuello en donde aspiró dolorosamente, ya que mi centro palpitó con esa sola acción y para acallar el jadeo que amenazó con salir llevé el vaso hacia mis labios para terminar con la sustancia mientras sonaba canción tras otra.
El calor era palpable y la tensión parecía subir con cada segundo mientras el trago se me iba a la cabeza más rápido de lo que tenía planeado y es que mi tolerancia al alcohol era mínima, por ello casi no bebía, pero con todo lo que estaba sintiendo lo necesitaba, aunque eso significara perder mi florecita con un chico antes del tiempo esperado.
