Capítulo 25

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Mis manos se aferraban a su cabello sin importarme que cuando despertara le doliera horrores

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Mis manos se aferraban a su cabello sin importarme que cuando despertara le doliera horrores.

La arrastraba por medio de la coleta y probablemente algunos de sus mechones quedaría en mis manos, pero eso no importaba ahora, yo solo quería llevarla hacia el árbol detrás de casa antes de que despertara del sedante.

Asher se había dado cuenta de que intentaba huir, había vaciado en una maleta las cosas mas importantes y huyó, pero Madow la atrapó a la salida de la ciudad y la trajo a casa eliminando toda la evidencia de mi incidencia en su decisión precipitada.

Podía ver ojeras debajo de sus ojos y lo demacrada que se encontraba, pero ahora mismo una de las mujeres que más había amado estaba metros bajo tierra pudriéndose, en una condición peor que la de ella, por lo que el remordimiento no era algo que me permitiría, no después de como ella me había fallado después de darle todo.

Con las lágrimas saliendo por mis ojos sin que pudiera detenerlas, la dejé justo debajo del árbol y luego tomé la soga que había llevado hacía unos minutos junto con un pequeño banco.

Dando una larga respiración tomé la soga, la lancé por encima del árbol y luego con uno de los extremos hice un nudo alrededor de su cuello y me aferré al otro extremo con una de mis manos.

Mis lágrimas seguían cayendo y por mi mente pasaban las imágenes de dos pequeñas niñas conociéndose en la biblioteca de la ciudad en donde formaban parte de un club de lectura.

Recordé las pijamadas, las salidas juntas, como decía que me amaba cada día de mi vida y también recordé las veces que dejé oportunidades de lado solo para que ella triunfara.

Y una vez recordé como me abandonó y todas las lágrimas que me hizo derramar solo pude aplicar a la paciencia que tenía en lo más profundo de mí y esperé a que ella despertara de su letargo.

Los minutos pasaron y vi como poco a poco fue recuperando la consciencia, por lo que caminé un par de pasos hacia atrás y tensé la cuerda para que supiera cual era la posición en la que estaba.

Ella intentó llevar sus manos hacia su cuello, pero estas estaban amarradas a su espalda.

—Será mejor que te levantes —ordené con la voz ronca y ella casi de inmediato se revolcó en el suelo hasta que pudo ponerse de pie.

Cuando pensaba correr en dirección contraria apreté la soga y jaloneé de ella para que se detuviera y un sollozo ahogado escapó de sus labios.

—Oh dios mío, Jessy, perdóname, perdóname, dios mío.

Y con más fuerza jalé la soga para que tuviera que devolverse.

—Sube al banco, Tris —susurré esta vez sabiendo que ella me escucharía.

—Esta bien, esta bien.

Sus nervios eran palpables, podía sentirla temblar y su mente se había centrado en buscar la forma de sobrevivir, pero eso no sería posible, ella moriría este día.

JessyWhere stories live. Discover now