Capítulo 27

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Sus manos me sostuvieron de mi cintura y me elevó junto con él para comenzar a caminar hacia un lugar que no identificaba ya que estaba concentrada en besarlo mientras mis manos despeinaban el cabello de su nuca halándolo levemente

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Sus manos me sostuvieron de mi cintura y me elevó junto con él para comenzar a caminar hacia un lugar que no identificaba ya que estaba concentrada en besarlo mientras mis manos despeinaban el cabello de su nuca halándolo levemente.

Mis jadeos era escuchados gracias al silencio de su departamento y cuando me dejó sobre una superficie mis ojos se abrieron para encontrarme en una completa oscuridad.

—Nunca he estado con un hombre —avisé al sentirlo colocarse encima de mí.

—Interesante —susurró.

—Lo sé, todo en mi lo es.

Él soltó una suave carcajada y yo sonreí, aunque sabía que no podía verme.

—Bien, entonces tendrás que darme cinco minutos.

—Está bien.

Él se levantó de encima de mi y comenzó a caminar por la habitación hasta que salió de ella.

Yo me quedé mirando el techo por unos minutos hasta que él entró nuevamente en la habitación.

—¿Fresitas, me esperarías por unos cortos minutos en el baño y yo te aviso? —asentí, aunque sabía otra vez que no me veía.

—Esta bien.

Me puse de pie y gracias a que él abrió la puerta del baño y encendió la luz supe cuál era el camino.

En cuanto ingresé al baño él cerró la puerta y yo fui directo al retrete para sentarme con la tapa cerrada.

No estaba nerviosa, de hecho, estaba más tranquila de lo que creía y aunque Die se estaba toando sus minutos la expectación solo hizo que mis ansias aumentaran y que mi curiosidad aumentara no solo por saber que hacía, sino por cómo se sentiría tenerlo a él de más cerca.

A penas pasaron cinco minutos cuando Dietrich tocó la puerta para que saliera y como si de resorte me tratase me levanté de mi lugar y abrí la puerta para encontrar un escenario diferente al que había dejado.

—No hay pétalos de rosas ni nada por el estilo, pero es lo mejor que puedo hacer.

Eran luces de navidad amarillas. Estaban en el piso alrededor de la cama y en los bordes de la habitación, en la salida del baño y en la entrada d la habitación.

Y ahora la ventana se encontraba abierta permitiendo que la luz de la luna se colora dentro de la habitación.

Sin dudarlo apagué la luz del baño y salí por completo de la habitación para cerrar la puerta.

—No me gusta que arranquen las rosas, Die, así que es perfecto.

Él sonrió ante mis palabras y yo con pasos lentos me acerqué a él hasta estar en frente suyo.

—¿Estás segura de que quieres que sea conmigo? —yo enarqué una ceja.

—¿Con quién más si no? —él ladeó la cabeza como si esto de mentir no fuera lo mío y realmente no lo era, solo quería saber que tanto conocía él.

JessyWhere stories live. Discover now