Capítulo 39: Mazmorras.

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CHRISTOPHER

Su pelaje entre mis dedos se siente como si fuera algodón. Tan suave. Tan sedoso. Nunca toque algo más suave que ella. Es tan hermosa y fuerte, pero tan delicada al mismo tiempo.

Ágata.

La primera vez que la vi hace una semana tras el incidente con el vampiro quedé impresionado con ella. Su tamaño. Su seguridad. No es como las demás lobas, ella se asemeja a Zeus en tamaño y desprende poder que podría colocarte a temblar si se lo propone. Es digna de admiración y respeto.

Su respiración es constante al igual que su pulso, esta profundamente dormida.

– Señor...

Puedo ver por el rabillo de mis ojos las botas de mi guardia, aquel que le disparo el tranquilizante. Mis manos no dejan de recorrerla, desde su lomo hasta su cabeza, tras sus orejas y su cuello. Puedo sentir a Zeus ronronear en mi pecho por tenerla cerca y me intriga. El hecho que reaccione así con ella, siendo que ya no es nuestra mate.

Puedo oler los nervios del guardia. La sangre de Brenin que salía de su frente y la ansiedad de toda la gente que se encuentra a nuestro alrededor junto con los susurros.

¿Estará bien? ¿Por que Brett la atacó? ¿Viste el tamaño de su loba?, es una omega blanca. ¿Estará aquí para protegernos? ¿El chico también viene a ayudar?, me siento protegida con ellos aquí.

La manada ya no es la misma, ya no están los mismos prejuicios de hace años atrás. Si bien al principio costo,  me encargue de cambiar eso, para que nadie sufra como sufrió ella. Y con la esperanza de que si ella algún día volvía no tuviera que pasar por lo mismo.

Un carraspeo de garganta hace que eleve mi vista y me encuentro con la mirada temerosa de mi guardia, con la pistola de tranquilizantes en la mano que tiembla débilmente.

– Señor... yo...

Elevo la palma de mi mano en si dirección para callarlo.

– No actuaste mal, estuvo bien lo que hiciste. – digo y sus nervios bajan notablemente. – previniste que todo se saliera de control y alguien pudiera resultar herido por efecto colateral.

Asiente con la cabeza y mira a las lobas en el suelo.

– ¿Qué...

– Pero no se te ocurra volver a dispararle otra vez, por que te las veras conmigo ¿me oyes?.– lo interrumpo con voz cortante y puedo ver como traga saliva pesadamente.

– S-sí señor, ¿ q-que quiere que hagamos con ellas?

Vuelvo mi vista hacia la loba blanca y veo que su transformación comienza a disminuir. Comienzo a sacar rápidamente mi chaqueta por mis brazos para colocársela encima. No quiero que quede desnuda frente a todos aquí.

– Tápala bien.– gruñe Zeus.– nadie puede verla.

– Tranquilo. – escucho a Brenin mientras palmea mi hombro. – No aparecerá desnuda.

Frunzo el ceño y elevo mi vista hacia él. – ¿No? ¿Por qué no?

Niega con la cabeza, – Nuestras ropas están modificadas mágicamente para que no se rompan con la transformación.

Elevo mis cejas con asombro observando nuevamente como evidentemente Isabella aparece una vez el pelaje de su loba desaparece con sus ropas intactas.

– Genial ¿No?

Asiento admirando a mi hermosa pelirroja pasando mis dedos por su sedoso cabello.

– La verdad sí.

– Lo sé, yo las cree. – responde con orgullo.

RechazadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora