41.- Aceptar la realidad.

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«No que me hayas mentido, que ya no pueda creerte, eso me aterra.»

Friedrich Nietsche

La sensación de dolor se apodera de mi cuerpo apenas mi mente parece reaccionar

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La sensación de dolor se apodera de mi cuerpo apenas mi mente parece reaccionar. Un quejido brota de mis labios mientras intento abrir los ojos, pero la luz es demasiado intensa como para conseguirlo.

Las voces a mi alrededor se escuchan lejanas, mi nombre se escucha como un sonido a distancia, alguien me llama, pero no soy capaz de hacer algo más que sentir la pesadez en mi cuerpo. Alguien me toca el rostro, el tacto es suave y entonces intento de nuevo abrir los ojos, pasa largo rato antes de que sea capaz de abrirlos por completo sin sentir la luz blanca tan molesta.

—¿Dereck? —la visión es borrosa, intento hablar, hacer algo más que solo intentar aclarar la visión, pero no lo consigo. Me quejo cuando intento moverme—. Tranquilo, estás bien, tranquilo.

No conozco la voz, no consigo reconocerla y cuando tras varios minutos, la visión se vuelve clara, solo soy capaz de enfocar al hombre que parece tener tanto parecido a Patrick que, por un segundo, creo que se trata de él, tanto que me aterro de tenerlo cerca.

No sé si el hombre se ha dado cuenta de la manera aterrada en la que lo miro, pero se acerca colocando las manos sobre mi torso evitando mis intentos de incorporarme.

—Dereck, está bien, no soy quien crees —dice y el tono de voz me lo confirma. Es cálido y cuando me fijo en sus ojos, son de un verde claro, no azules como los de Patrick.

—Agua —mi voz brota en un susurro ronco. Él asiente, se aparta tan solo un poco y luego vuelve con un vaso y una pajilla que coloca entre mis labios. El líquido me refresca de manera inmediata, cuando bebo lo suficiente cierro los ojos.

Varias personas más ingresan, mi mente es una maraña de recuerdos confusos, como si no acabara de despertar por completo.

—Hola, Dereck —saluda el que creo es el médico—. Vamos a revisarte, ¿de acuerdo? Sigue la luz con la mirada.

Hago lo que dice, luego me pide hacer cosas básicas, como mover los dedos del pie, la mano, y me pregunta cosas tan sencillas como mi fecha de cumpleaños, o mi nombre completo.

—No parece haber daño en el cerebro —se gira hacia el hombre del cual aún no sé el nombre—. Todo parece en orden, no hay daño en la memoria, ni en el sistema nervioso. Pero deberá estar internado por varios días para monitorear la inflamación del cerebro.

El médico gira hacia mí de nuevo.

—Es posible que estés confundido, estés soñoliento, te sientas mareado o tengas náuseas, tuviste una fuerte contusión cerebral, si sientes dolor te aplicaremos una pequeña dosis de morfina, solo la necesaria.

Asiento levemente.

—Las enfermeras vendrán pronto —cuando el médico sale, es cuando Tiana ingresa.

Atracción mortal.Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora