Extra 2.- Lo mejor del mundo.

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Dereck y yo nos casamos un doce de abril, y fue sin duda alguna el día más feliz de toda mi vida. Nunca lo había visto tan sonriente y emocionado como lo estuvo, luciendo tan apuesto con el traje negro, esperando por mi frente al altar.

Ambos estuvimos de acuerdo con que queríamos una ceremonia pequeña, solo la familia. Nuestro círculo cercano de amigos porque era un momento más que especial.

Y todo resultó tan maravilloso, Kelsey inmortalizó la imagen de nosotros frente al altar en un bonito y gran lienzo que se encontraba decorando la sala de nuestro hogar, en el centro de D.C.

Ahora, tres años después, me encuentro en un estado de nerviosismo total mientras aguardo porque él llegue.

Miro la caja que está en el centro del comedor, fijo la atención en ella mientras me repito que todo va a resultar bien.

—¡Hallie he vuelto! —la voz me sobresalta. Picasso lanza un par de ladridos antes de correr hacia la puerta, y poco tiempo después, Dereck aparece.

Sostiene un delantal entre sus manos, tiene manchas de barro por la ropa y el cabello algo desaliñado. Pero es taaan apuesto.

—Hola —saludo. Su atención pasa hacia la caja—. Tengo algo para ti.

—¿Para mí? —inquiere sonriendo levemente—. ¿Es una fecha especial y la olvidé?

—Es imposible que tu olvides una fecha especial —le recuerdo permitiéndome sentirme un poco más relajada. Tan solo un poco.

Dereck frunce las cejas levemente, deja sobre el respaldo de la silla del delantal café y las llaves sobre la mesa, antes de acercarse.

—Solo ábrelo —pido.

Él lo hace. El pulso se me dispara y creo que puedo sufrir una especie de colapso nervioso.

—¿Qué...? —sus palabras se detienen. No sé cómo descifrar la expresión en su rostro, aparta con lentitud los papeles de colores, y pasan varios minutos antes de que pueda tomar la prueba de embarazo entre sus manos.

No dice nada, no habla, no me mira. Solo mantiene su atención en el artefacto que está entre sus dedos.

—¿Estás...? —eleva la mirada dejando la frase inconclusa—. ¿Estás...embarazada?

La fragilidad me envuelve mientras asiento.

—Lo estoy.

La prueba cae al piso, mi corazón da un vuelco furioso cuando él se mantiene sin reaccionar.

—Dime algo —casi suplico—. D...

—¡Estas embarazada! —exclama con tanto entusiasmo que me sobresalta. En una fracción de tiempo lo tengo abrazado a mi cuerpo, mis pies despegan del piso y me aferro a él mientras ambos reímos.

Atracción mortal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora