Todos conocemos la leyenda de la vela, la leyenda que otorgo los dones a los Madrigales.
Pero, ¿Conocen la leyenda de cuándo el mal encarnó en una persona, para intentar acabar con los Madrigales?
¿No?
Tranquilas, se las contare yo.
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Camilo y _____ se encontraban caminando hacia el rio, esperando que no los descubrieran, ya que en si seguían castigados.
_____ trataba de ocultar sus nervios, y es que nunca había desobedecido a nadie, ni había salido sin permiso.
Camilo estaba tranquilo y confiado, pateando las piedritas que se encontraba en el camino.
—¿Es muy lejos? —preguntó la castaña al notar que ya habían caminado por unos minutos, y seguían sin llegar a su destino.
—No, ya casi llegamos —contestó.
Y tal como lo dijo, el ruido del agua corriendo se comenzó a escuchar, dándoles a entender que estaban más cerca de lo pensado.
—Okey, cierra los ojos —dijo Camilo, poniéndose delante de ella para que no pudiera ver el paisaje.
—Esta bien —rio poniendo sus manos en sus ojos.
Camilo se aseguro que efectivamente no estuviera viendo nada, agitando su mano por delante de su cara varias veces.
Se posiciono detrás de ella, y puso sus manos en los hombros de la joven para poder indicarle por dónde caminar.
—Ahora camina derecho —le indico en un susurro.
—!Ah no¡ Ni loca caminaré estando con los ojos cerrados—se quejó —¿Qué tal que me caigo con una roca y me muero?
—Tranquila —se rio por lo paranoica que estaba— estaré guiándote con mis manos en tus hombros —le aseguró —Anda, camina.
Ella suspiro y asintió, comenzando a caminar hacia delante, guiándose en todo momento de Camilo.
Al llegar a la orilla Camilo deshizo su agarre y se posicionó frente a ella.
—Ahora puedes abrir los ojos —ella hizo lo que le dijo, quitándose poco a poco sus manos para acostumbrarse de nuevo a la luz—!Taran¡
—Wow... —murmuró al ver el escenario. No pudo evitar mostrar una sonrisita de lo maravillada que estaba —Es muy bonito...
El atardecer adornaba el cielo de una manera realmente linda y el rio fluyendo lo hacia ver aún más hermoso todo.
—Lo sé —dijo orgullosamente, encogiéndose de brazos —Suelo venir cuando quiero despejarme. La gente no recurre mucho aquí, así que es mi lugar secreto.
—Muy bonito tú lugar secreto —reconoció sin dejar de admirar en ningún momento el lugar —!Oh, mira¡ !Una mariposa¡
—¿Eh? —Camilo volteo a ver a dónde ella miraba, viendo como una mariposa revoloteaba —Oh sí, suele haber muchas mariposas por aquí.
