Todos conocemos la leyenda de la vela, la leyenda que otorgo los dones a los Madrigales.
Pero, ¿Conocen la leyenda de cuándo el mal encarnó en una persona, para intentar acabar con los Madrigales?
¿No?
Tranquilas, se las contare yo.
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Solo lluvia y relámpagos adornaban el cielo del pueblo desde el atardecer de ayer, y todo lo que va hoy del día.
Y no, no era porque fueran temporadas de lluvia. La razón era una persona, y se llama Pepa Madrigal.
—Pepa, amor, creo que deberías tranquilizarte —sugirió Félix, su esposo —La lluvia se hará un huracán si no te tranquilizas.
—¡¿Me estás diciendo que debería tranquilizarme?! —gritó, haciendo que la nube de lluvia solo se agrandara
—Bu-bueno, querida...—Félix había entrado más en pánico —Solo respira, y exhala. Camilo estará bien.
—¡Es que lo quiero matar! —exclamó, frunciéndole el ceño a su hijo (que estaba dormido en su cama) —Pero también lo quiero consolar... —dijo ahora con un puchero triste.
—Eh...—su esposo estaba confundido por los estados de ánimo de su esposa.
Camilo estaba en su cama dormido, y en frente de él estaban sus papás.
Ayer había llegado con las mejillas coloradas, y un par de moretes en su cara, a lo que sus padres se preocuparon.
Camilo corrió a su habitación antes que pudieran preguntarle cualquier cosa, simplemente no estaba tan de ánimos para hablar.
En la mañana, Pepa y su esposo entraron al cuarto de su hijo. Vieron que estaba dormido, pero también sus moretones y una alta temperatura de 38°C.
Verlo golpeado desató furia en Pepa, y verlo enfermo le produjo tristeza. Eso explica la lluvia continua.
—Mmm...—tarareó el de rulos despertándose. Lo primero que vio fue la imagen borrosa de sus padres—¿Mamá...? ¿Papá...?
—¡Camilo! —exclamó su madre, entre alivio y molestia —¡EXPLÍCAME AHO-
—Pepa, amor, yo le preguntó —le interrumpió su esposo. Solo iba a asustar a Camilo si se portaba así de histérica. —Camilo...¿Qué sucedió ayer?
—¿Ayer? Oh, nada, me quede bajo la lluvia un buen tiempo y-
—No mentiras, Camilo —pidió su padre enseñándole un espejo, para que viera como estaba su cara—¿Con quién te peleaste?
—Bueno...—suspiró, no tenía caso mentir —Carlos y yo discutimos...
—¿Carlos? —intervino Pepa —¿Tú mejor amigo desde maternal?
—Sí, sobre eso...no somos amigos desde hace mucho tiempo —contestó Camilo —Tenemos algunas diferencias, eso fue el motivo de la pelea.
—Anda Félix, dile algo—pidió su esposa, con los brazos cruzados y la mirada desaprobatoria clavada en Camilo.
—Muy mal mijo —negó su padre, viendo de reojo a su esposa para ver si lo estaba diciendo bien —Emmm, ¿castigado?
