Todos conocemos la leyenda de la vela, la leyenda que otorgo los dones a los Madrigales.
Pero, ¿Conocen la leyenda de cuándo el mal encarnó en una persona, para intentar acabar con los Madrigales?
¿No?
Tranquilas, se las contare yo.
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Camilo había citado a su escuadrón para una misión.
Solo que el escuadrón eran sus primas y hermana, y la misión era declararse a _____.
Las había citado en el jardín de espaldas a su casita, en dónde puso un pizarrón, y de ahí explicaba su elaborado plan con un gis blanco.
—Sé que esto implicará mucho esfuerzo y dedicación —dijo Camilo, dejando el gis que tenía a un lado —Pero sé que lo lograremos.
Las cuatro chicas se quedaron boca abiertas, dejando caer su mandíbula, y alzando las cejas en sinónimo de incredulidad.
—¿Estás bromeando, no? —preguntó Isabella —Camilo, dime que es una broma.
Camilo rio nervioso, ocasionando que las chicas se dieran cuenta que Camilo no estaba bromeando.
Al ver que no estaba bromeando, comenzaron a alegar su disconformidad a Camilo. Les parecía un plan descabellado.
—¡Okey, okey! —alzó la voz Camilo para que lo escucharan entre tantos quejumbres—Puedo quitar...—tomo su gis, y se lo puso en el mentón para pensar que quitar de su plan.
Cuando descifró que podía ser una opción, tomó el borrador y quitó esa parte.
—¡Listo! Ya quite la escultura de dos metros en forma de corazón, ¿contentas?
El silencio embargó el patio, hasta que Mirabel habló.
—¿¡ES UNA BROMA, CAMILO!?— bueno, no habló, gritó.
Hubo una larga sesión de desacuerdos y de suplicas para que Camilo cambiara un poquito su plan.
No había demasiado presupuesto para todo lo que el quería.
Quería esculturas, quería bailarines, quería llegar montado en un león, quería sirenas, etc...
Solo piensen ¿¡De dónde sacarían sirenas!?
De igual manera, ya habían llegado a un acuerdo menos "irreal"
—Isabella hace las flores, Mirabel consigue el regalo, Luisa ayuda a conseguir la banda y Toñito me ayuda a conseguir las mariposas. —finalizó Camilo, mostrando ahora su nuevo plan.
Volteó a ver a su escuadrón, el cuál y estaba más conforme con ese nuevo plan, por lo que sonrieron y asintieron en acuerdo.
—Espera —dijo Dolores, señalándose con su dedo índice a si misma —¿Yo qué haré?
—Tú te encargaras en no decir nada —contestó simple, ganándose una mirada desaprobatoria —¡Pero es verdad, Dolores! Eres pésima para guardar chismes o secretos, así que solo encárgate de no decir nada y ya estarías ayudando demasiado.
