Todos conocemos la leyenda de la vela, la leyenda que otorgo los dones a los Madrigales.
Pero, ¿Conocen la leyenda de cuándo el mal encarnó en una persona, para intentar acabar con los Madrigales?
¿No?
Tranquilas, se las contare yo.
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—¡Buenos días! —exclamó Camilo con suma alegría —¿Cómo ha amanecido la familia más hermosa del pueblo?
Toda la familia (que estaban sentados desayunando) voltearon a verlo incrédulos.
—¿Y a ti qué te pico o qué? —preguntó su mamá.
Incluso fue y se acercó para ver si tenía temperatura.
—No tengo nada, mamá —dijo algo avergonzado, quitando su mano —Solo estoy feliz. Muy feliz.
La abuela Alma iba a preguntarle, pero mejor decidió no decir nada y seguir desayunando.
Camilo siguiendo con su enorme sonrisa fue por su desayuno regresó y se sentó a lado de Dolores.
—¿Y bien? ¿Qué paso anoche? —susurró Dolores, mientras comía de su plato —¿Qué paso con_____?
—¿No deberías saberlo ya? —susurró de vuelta —Tú escuchas todo, ¿No?
—Ah, sí...claro...
Dolores mordió su labio con preocupación. No quería a alarmar a nadie, pero ayer que llegaron a su casita quiso escuchar que sucedía entre Camilo y _____.
Para su sorpresa no pudo hacerlo, no pudo escucharlos.
—Oh, y como les decía —hablo Camilo entre el desayuno —Me tengo que ir después de desayunar, tengo un día muy ocupado.
—¿Se puede saber en qué? —preguntó la abuela Alma, levantado su vaso para tomar del jugo que contenía.
—No veo el porque no —se encogió de brazos y asintió —Iré con _____, creo que ustedes ya la conocen.
En eso se oyó como el vaso que sostenía se había roto, roto en pedacitos que ahora estaban en el suelo.
—¡¿_____?! —exclamó Alma, levantando la voz con ira —¡No! ¡Imposible!
No es necesario decir que la demás familia estaba muy confundida, y mucho más Camilo.
—¿De qué hablas? —interrogó Camilo, dejando sus cubiertos a lado —No entiendo.
—Camilo —lo nombró seriamente, mirando de reojo a Pepa, quién negaba repetidas veces —Tu madre y yo-
—¡Hemos decidido que aún es muy pronto para que sean novios! —interrumpió Pepa, riendo nerviosa —¡Sí, eso...!
Camilo levantó una ceja , mirándolas con rareza.
—Okey...—murmuró con extrañeza —Aún no pienso declararme, claro. Pero lo haré.
La abuela Alma iba a decir algo más, pero Camilo se le adelanto.
—Hoy no pasare el día solo con _____, estaré ensayando para la obra.
