Todos conocemos la leyenda de la vela, la leyenda que otorgo los dones a los Madrigales.
Pero, ¿Conocen la leyenda de cuándo el mal encarnó en una persona, para intentar acabar con los Madrigales?
¿No?
Tranquilas, se las contare yo.
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Un silencio incómodo, pero que cada día era más normal, estaba presente en la casa de _____.
Su tía acomodaba algunas cosas del librero, mientras que la joven se veía por milésima vez en el espejo, y todo esto bajo el mismo silencio.
Cuando ______ creyó que ya estaba lista, salió de su recámara, encontrándose a su tía acomodando.
—Ya me voy —avisó.
La señora Rosa dejo de acomodar las cosas para verla.
Llevaba su vestido tinto de dama de honor, el cuál combinaba muy bien con la tez de la chica.
—¿Quieres que te acompañe a la iglesia? —preguntó, mientras veía a su sobrina abrir la puerta de la casa.
—No, iré sola —contestó fría, cerrando la puerta de golpe y haciendo saltar a la señora por la sorpresa.
Sí, habían invitado también a la tía de _____, pero desgraciadamente no podría asistir por un evento importante en su restaurante. El evento le podría dar un premio culinario, y de verdad ansiaba conseguirlo.
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Llegó temprano a la iglesia, en dónde Camilo ya estaba esperándola en la puerta.
—Ahora sí llegue a tiempo —bromeó la castaña acercándose al chico.
Pero este, en lugar de darle una contestación, solo se le quedo viendo.
—¿M-me veo mal? ¿Tengo algo en la cara? —preguntó con nervios por la mirada del joven.
—No, no... —sacudió su cabeza para verla con una sonrisa —Te ves simplemente hermosa.
La chica sintió su cara calentarse, y por reflejo involuntario, se llevó sus manos a la cara para taparse.
—Awww y te sonrojaste — dijo Camilo, tomando las manos de _____ para bajarlas lentamente.
—S-suéltame —pidió, aún estaba muy roja para verlo cara a cara.
