Todos conocemos la leyenda de la vela, la leyenda que otorgo los dones a los Madrigales.
Pero, ¿Conocen la leyenda de cuándo el mal encarnó en una persona, para intentar acabar con los Madrigales?
¿No?
Tranquilas, se las contare yo.
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—Me alegra que vuelvas a ser feliz —le dijo Camilo a su novia.
Ambos sentados debajo del árbol, una acción que se estaba volviendo tradición para los recesos y horas de salida.
—A mí también —sonrió la chica, mientras recargaba su cabeza en el hombro del contrario.
Pasaban rápido los días y las semanas desde que los nombraron representantes y que tuvo sus diferencias con sus nuevas "amistades". Pero como dicen "tiempo al tiempo" , ahora se encontraba mejor.
No es como que en este plazo de tiempo pasaron muchas cosas relevantes.
Al menos una fue que Carlos aceptó mas citas con Nora, pero en la tercera la joven se le declaró y él tuvo que rechazarla. No la amaba.
—Adiós, enamorados —dijo una voz bastante conocida por detrás del tronco donde ambos estaban sentados.
Oh, sí, otra cosa relevante era que toda la escuela se había enterado de que eran novios; gracias al beso inoportuno de Camilo a _____ el día de las elecciones.
Esa noticia había dejado a muchas con el corazón roto, otros no se lo esperaban y otros pensaban que era mentira.
—Ah, Daela, ¿ya te vas? —preguntó Camilo fingiendo interés, aunque su cara mostrara aburrimiento.
—Sí, ya llegaron por mí —contestó —¡Cuídense! ¡Bye! —les deseó, sonriendo y yéndose de allí.
La pelinegra había vuelto a ser amable con ellos, claro que los primeros días después de las elecciones no quería hablarles ni verlos, pero el odio se fue consumiendo y lo dejo atrás.
—Pensé que ahora que Daela volvía ser amable ibas a volver a juntarte con ellos —comentó Camilo.
—¿Tu querrías eso?
—No mucho, después del daño que te hizo, no. —respondió con sinceridad —Pero lo pensé porque sueles dar segundas oportunidades.
Se señaló así mismo, dando a entender que incluso él fue victima de una segunda oportunidad dada por ella.
—Creo que la gente puede tener una segunda oportunidad porque pueden cambiar — mencionó —Sin embargo, no volveré a un lugar donde fui infeliz.
Camilo sonrió con orgullo, y sin resistirse ni un poco la tomó del mentón con delicadeza. Ambas partes sabrían lo que vendría a continuación, y era un pequeño beso casto.
—Te amo mucho —le recordó el joven en cuánto se separaron —No lo olvides.
—Yo también te amo mucho —sonrió con sus mejillas sonrojadas.
Acto seguido, miro la joven al cielo observando el sol, más precisamente en que posición estaba. Había estado aprendiendo a saber la hora con tan solo ver el su posición.
