4. Te quiero de vuelta

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Christopher

La había encontrado y no sabia que demonios pensar, era claro que esa niña era su hija.

La había llamado mamá, por dios

Debía ser estúpido para no ver y escuchar lo evidente, pero ahora la duda me estaba matando, esa pequeña debía tener unos tres años, podría ser mi hija, años atrás el doctor me dijo en esa sala de espera que Gaby ya no podría tener hijos, sin embargo, aquí esta ella con una niña en mano.

Me resulta absurdo como el mundo da giros inesperados.

La cabeza ya me empezaba a doler de tanto pensar en aquello, sonara estúpido, pero en el momento que escuche a Olive llamar mamá a Gabriela sentí mi corazón dar un vuelco, no por mí, sorprendentemente, sino por ella, durante nuestro tiempo juntos yo le quite más de lo que ella me dio y ahora existía una parte de ella que era feliz aun sin un nosotros.

Pero debía armar un plan, se que sonara tonto y muy inmaduro de mi parte, probablemente me dirán que no he aprendido absolutamente nada de mis errores pasados, pero la quería de vuelta, esta vez no como una venganza sino por que la amo, más que a nadie, más de lo que me hubiera imaginado que pudiera llegar a amar.

Ella tenia el poder de romperme el corazón y aun así hacer que volviera por ella.

Durante el resto de la noche no pude dormir, los pensamientos me atormentaban en cada sueño, así que cuando me levante estaba más que decidido a volverla a ver, tal vez de esa manera podría encontrar algo de paz.

Me aliste y tras darle vueltas a la idea decidí ir al Bufete en el que trabajaba, o más bien era dueña.

Para cuando llegue al lugar ya eran más de las 10 de la mañana, no era en definitiva lo que esperaba, es decir seguía siendo la compañía que le regale a Gabriela tiempo atrás, pero ahora todo se sentía diferente, era obvio que el lugar no tenia pinta de ser la sede oficial, y aun así resultaba más acogedor que cualquier firma británica que haya visitado.

Todo era tan tranquilo, no había gente gritándose, ni trabajadores corriendo, ahora mismo estoy considerando seriamente que trato a mis empleados como esclavos.

Estaba a punto de llegar a la recepcionista cuando mi hombro choco contra una persona.

Ni siquiera me detuve para observar quien era solo escuche una voz masculina pronunciar un "Lo siento" y ni siquiera me moleste en contestar. Se suena grosero que no lo haya hecho, pero ahora no tengo cabeza para pensar en eso.

—Hola— salude a la secretaria.

—Hola, ¿en qué puedo ayudarle? — su amable sonrisa me recibió.

—Estoy buscando a la Señorita Gabriela.

—¿Tiene cita?

—No— mencione luego de unos pesados segundos.

—Ella en estos momentos está ocupada, pero si le urge le puedo agendar en algún espacio que la Señora tenga libre.

Pase obviamente por alto el hecho que la secretaria haya llamado a mi Exesposa Señora, es decir porque le prestaría atención.

—En realidad si me urge mucho— use mi voz más desesperada posible.

La chica asintió y justo cuando tomo el teléfono para marcar su línea las puertas de la oficina central se abrieron de par en par, dejándome escuchar el ruido de sus tacones chocar contra el suelo como tanto me gusta, ella no se dio cuenta de mi presencia, pero yo estaba tan anonado con la suya.

—Bianca podrías enviarle esta invitación al señor McGowan— estaba a punto de tenderle el papel negro cuando se dio cuenta de mi presencia.

Sus manos empezaron a temblar tan levemente que si no conociera cada rincón de su cuerpo no lo hubiera notado.

Casada con el CEO ©Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu