29. Lluvia de veneno sin paraguas

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Mis ojos no se despegaban del mantel. Hacia un rato que el enorme pavo había desaparecido ya que la comida se había acabado, pero aún seguíamos todos sentados en la mesa esperando el visto bueno para levantarnos, más bien era yo la que lo esperaba puesto que los padres de Zac y Hugo charlaban tranquilamente mientras Keira nos ponía al día al resto de como había ido su vida universitaria, pese a no conocerla creo que ya sabía más de ella que de mi misma incluso, pero se agradecía que no parase ya que sino el silencio que se instalaría entre los dos amigos y yo no sería nada cómodo. Sentía los ojos de Hugo sobre mí a cada rato, cuando el propio Zac no le miraba inquisitivamente era él quien me degollaba con sus ojos al otro lado de la mesa mientras mi novio apretaba mi rodilla ante el nerviosismo que se veía reflejado en el movimiento de la misma.

-Y bien Eva, ¿qué tal por Oakland? - dice de pronto una voz centrando en mí todas las miradas.

William había hecho una pregunta sin maldad alguna, solo para saber verdaderamente como me iba, pero no había obtenido buen efecto. Humedezco mis labios antes de hablar, con todos esos ojos mirándome siento que el aire ha dejado de entrar en mis pulmones. 

-Pues la verdad que bastante bien.

Sonrío al darme cuenta de lo mal que ha sonado mi propia voz, completamente temblorosa, algo de lo que se da cuenta Zac que aprieta mi muslo con delicadeza como gesto de confianza en mí, intentando hacerme saber que no pasa nada. También siento los verdes ojos de Hugo clavándose en mi piel, con una ceja alzada esperando a que diga algo más, probablemente que cometa un fallo del que se pueda reír delante de todos con su particular teatrillo de que me odia.

- ¿Estás contenta con los estudios? Zac siempre dice que lo pasáis bien en clase pero no solo vais a eso- vuelve a preguntar William.

-Ehh, bueno- rio al darme cuenta de que había coincidido poco con su padre y por este tipo de preguntas Zac lo prefería.

- ¡Papá! - se queja su propio hijo.

-Tenemos tiempo para todo, pasarlo bien y estudiar. De momento todas las pruebas las hemos ido superando así que no creo que haya nada por lo que asustarse- me apresuro a responder.

La risa de Hugo consigue desviar la atención de mi por un rato, todos esperan a que comente que es aquello que le produce diversión de mis palabras, pero parece que el chico disfruta de ser el centro de atención, es algo que le gusta demasiado. Aprieto la mano de Zac que continua en mi muslo al sentir como se tensa, no me gustaría ver como los dos amigos se pegan en el día de acción de gracias delante de sus padres que parecen llevarse tan sumamente bien pese a las diferencias de sus hijos.

-Perdón, es que...- suelta una risotada a la que Keira se une disimuladamente-. Están estudiando arte dramático, ni que fuese una ingeniería, eso lo aprueba hasta Moon.

- ¡Hugo! - le reprocha su madre abriendo la boca ante la sorpresa.

Zac echa hacia atrás su asiento con un suspiro de agotamiento dejando salir de él toda la tensión que estaba acumulando. Se levanta captando ahora la atención de cada uno de nosotros y se disculpa para retirarse de la mesa llevándose a Cameron con él con la excusa de que tiene que enseñarle una colección de cromos de fútbol americano.

-Deberías ir a disculparte- dice Ann por tercera vez desde que se ha vuelto a la paz.

Clavo la mirada en Keira que juguetea con Moon en la mesa mientras hablan tranquilamente. Hugo niega con orgullo y desaprobación de todos los adultos. Cuanto me gustaría estar a kilómetros de aquí ahora mismo.

-No lo voy hacer Ann, Eva también estudia la misma tontería y no se lo ha tomado tan a pecho- le miro a través de las pestañas odiándole con todo mi ser. 

Un amor de ida y vueltaWhere stories live. Discover now