COBRA KAI |Johnny Lawrence|

CAPÍTULO 11

Las manos de Lucy se encontraban fuertemente agarradas de la cintura de Dutch. Los ojos de Johnny no podían desprenderse de aquellos dos en ésa motocicleta. Dos veces casi atropella a Jimmy.

Llegaron a la pizzería, en el camino habían invitado a la hija de su Sensei y ésta aceptó gustosa aquella propuesta. Moría de hambre.

Tenía suerte; ya que luego de ahí, pediría algo para el almuerzo de su padre y pasarían por la escuela de Karate; que si no fuera por Johnny Lawrence, ella no estaría enterada que John Kreese necesitaba hablar seriamente con ella.

Los seis se encontraban sentados en la mesa a punto de pedir sus pizzas favoritas, cuando uno del grupo, hizo una fuerte pregunta.

— Y dinos Lucila. ¿Por qué te viniste de Newark? — preguntó Tommy con una sonrisa.

Todos se encontraban con los ojos puestos en ella. La mirada de Johnny la ponía nerviosa, éste no le quitaba aquellos ojos azules de encima a la pequeña de tez morena.

— Pues.. Yo soy de Newark. Mi padre estuvo en la guerra y yo estaba aquí en Los Ángeles junto a mi madre. Luego por una extraña razón nos volvimos a New Jersey otra vez. — explicó graciosa mientras todos daban espacio en la mesa ya que la camarera les colocaba las pizzas.

— Espera... ¿Qué? Sé que le veía cara conocida a tu padre, pero.. ¿Eres Lucy? — preguntó Johnny atónito.

— No, pendejo. Es Martha, pues si... Es Lucy. — le respondió Tommy mientras chasqueaba su lengua sin creer la pregunta tonta de su amigo y sacaba una rebanada de pizza.

— Si, soy yo. — respondió finalmente Lucy, mientras ahora era ella quien tomaba una rebanada de pizza.

Todos prestaban atención a la conversación entre Lucy y Johnny mientras comían.

— ¿Y por qué jamás me lo dijiste? — preguntó Johnny un poco molesto.

— ¿Para qué? — preguntó graciosa y todos prestaron atención. — No quería molestar tu relación exitosa con Ali Mills. — todos dijeron un sonoro 'uuuuh' y Lucy sonrió de costado.

Johnny había quedado sin palabras por aquella confesión. Ni siquiera había tocado ni una porción de pizza, éste se levantó sin decir ni una palabra y se marchó del establecimiento. Todos quedaron en silencio.

— ¿Y ahora quién pagará las pizzas? — preguntó Tommy con queso derretido en la comisura de sus labios. Bobby le golpeó con el codo, sosteniendo al pequeño cachorro.

Lucy sacó los cincuenta dólares de su pantalón y los dejó encima de la mesa para luego salir detrás de aquél rubio. Éste estaba a punto de encender su motocicleta, pero la morocha lo detuvo.

— ¿Qué ocurre contigo? — preguntó una Lucy un poco molesta.

— ¿Qué me ocurre a mi? Tu fuiste quién jamás me dijo que eras Lucy Kreese. — respondió de igual manera.

— ¿Ahora la mala fui yo? — preguntó nuevamente. — Tú fuiste quién no me reconoció. Tu fuiste la que rompiste la fotografía que te regalé por Ali. — escupió enfadada. — Tú nunca me despediste. — dijo ésto último y comenzó a caminar alejándose de Johnny.

Los demás chicos que habían quedado dentro de la pizzería veían toda la discusión y escena de ambos adolescentes. Se levantaron y salieron del lugar junto a Johnny.

Johnny Lawrence.

Se sentía molesto por aquellas palabras que Lucy le había dicho. Pero ella tenia toda la razón. Él jamás se había ido a despedir, también había roto la fotografía que ésta misma le había obsequiado y todo para no perder a Ali.

Ahora mismo Lucy se encontraba yéndose caminando y enfadada por aquella conversación. Sus amigos se acercaron a él.

— ¿No dejarás que se vaya sola, verdad? — preguntó Dutch serio.

— Que se vaya, no me interesa. — se colocó su casco y se marchó de ahí.

Pasó por al lado de una Lucy molesta y aceleró su motocicleta, alejándose. Ésta bufó.

El camino había sido silencioso, ¿qué mas da? Si iba completamente solo. Sus amigos tampoco llegaron junto a él, sabía que había metido la pata, pero jamás pensó que SU Lucy volvería a Los Ángeles.

Dejó su motocicleta dentro de garage de la casa de su padrastro, tiró el casco al suelo y se adentró a la casa. Subió las escaleras y se encerró en su cuarto, tirándose encima de la cama. Suspiró tocando su cabello.

— ¿Qué haré ahora, mamá? — preguntó con un nudo en la garganta.