CAPÍTULO 38

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Tommy.

Comenzaba a perder el cabello por las quimioterapias.

Ahora mismo se encontraba sentado en aquella tetrica silla con mantas, porque por más que fuese verano, las bajas defensas de Tommy, hacían que tuviera frío por las noches.

Tenía tres sesiones por semana y aquello lo destruía físicamente.

Su pierna se movía inquieto, no aguantaba estar más en aquél lugar y anhelaba todos los días por poder volver al karate. Claro estaba que no volvería al dojo del señor Kreese.

No quería volver a pertenecer a los cobra kai. Aunque si extrañaba a sus amigos, incluyendo a Lucy .

— Disculpe, ¿puedo hacer una llamada? — preguntó el chico de cabello castaño claro a una de las enfermeras que pasaban por el lugar.

— Claro. Ya te lo traigo, cariño. — respondió amablemente. Él asintió.

Luego de varios minutos, otra enfermera llegó para ver su suero y se marchó, llegando así; la enfermera anterior con un teléfono con antena.

Él sonrió agradecido luego de tener aquél aparato en sus manos.

Marcó aquél número que se sabía de memoria y llamó.

Primer tono.

Segundo tono.

— ¿Si? — hablaron del otro lado.

— ¿Señor Kreese? — preguntó Tommy  un poco desconcertado.

— Sí. ¿Quién habla? — su voz era más ronca de lo normal.

— Soy Tommy. — habló. — ¿Se encuentra Lucy? — preguntó con una sonrisa.

— No, no se encuentra ahora. — respondió a secas. — ¿Dónde estás? — preguntó y aquello le pareció extraño.

— ¿En el hospital Harrison? — dijo dudoso.

— Voy para allá. — respondió y colgó.

Aquello le había sonado extraño y devolvió el teléfono con la enfermera.

Se dignó a esperarlo.

Luego de varios minutos, su sesión de quimioterapia terminó y debía de volver a su habitación

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Luego de varios minutos, su sesión de quimioterapia terminó y debía de volver a su habitación.

El hospital Harrison, se había vuelto prácticamente su hogar.

Ahora mismo se encontraba acomodando sus almohadas que harían que su estadía, fuese más cómoda.

Pero la puerta se abrió lentamente y aquél hombre que había sido su mentor por mucho tiempo, entró.

Los nervios se apoderaron del cuerpo de Tommy, pero ése hombre que se mostraba intimidante, le sonrió.

No era una sonrisa cómo las que sabía repartir siempre. Era una más sincera.

Aquél hombre quitó de su camisa un papel y se lo entregó.

— Es de parte de Lucila. — habló y el chico de pocos cabellos lo tomó en su mano.

Iba a marcharse, pero antes de cerrar la puerta, lo miró.

— Serás un ganador. — habló, refiriéndose a su enfermedad.

Ésas palabras hicieron un movimiento extraño en su estómago.

John se marchó.

Dejándole un sin fin de preguntas en su cabeza.

Tomó la carta que decía su nombre y con el ceño fruncido decidió abrirla.



Para mi queridísimo Tommy.

Sé que tendrás muchas preguntas y éste pedazo de papel tal vez pueda responder algunas.

Me he marchado y para siempre.

He decidido tomar ésta decisión, para poder sentirme mejor conmigo misma.

Confieso que en éste tiempo que pudimos compartir hermosos momentos, pude haber sentido algo por tí. Pero ambos sabíamos que algo había en medio, para que ésto no se cumpliera y era mi amor hacia Johnny.

Espero y no me tomes rencor, sé que hago ésto por el bien de todos.

Por ti, por mi, por Johnny y por mi padre.

Tal vez perdí el campeonato, pero jamás perdí el amor que sentía por ti.

Un amor único e inigualable. Hiciste sentirme feliz en cada momento que compartiste conmigo.

Sólo espero y puedas superar todo ésto cómo yo intento hacerlo de alguna manera.

Quiero que sepas que voy amarte toda mi vida y cuidaré lo que me diste. De alguna forma; ésto hace que me de más fuerza de la que necesito para tomar ciertas decisiones.

Fuiste una gran persona y sé que mi padre intentaba influenciarte de alguna forma u otra. Tú jamás fuiste igual a ellos, me lo demostraste cambiando tus acciones.

Ahora sólo queda vivir la vida.

Vivela a tu manera, se feliz siempre y yo buscaré mi manera de hacerlo también.

Te mando todas mis fuerzas para contigo.

Serás un ganador. Yo lo sé.

Atte: Lucy. Quién te llevará en su corazón toda la vida.

Posdata: Volveré, lo prometo.



Sonrió de costado.

Sabía perfectamente lo que Lucy estaba paando con Johnny y por alguna extraña razón, no sentía enfado en lo más mínimo.

Estaba feliz. Claro que lo estaba, pero la extrañaría demasiado, de éso no tenía duda.

Sólo se preguntaba.

¿Cómo estaría Johnny ahora mismo?

Y por más que tuvieran diferencias, eran amigos, uno que se había vuelto cómo su hermano.

COBRA KAI |Johnny Lawrence| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora