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Estaba apunto de llegar el mediodía, Izuku continuaba recostado en su habitación mientras Setsuna trataba de averiguar que hacer para ayudar a que su novio se mejorara pronto.

Era curioso, Setsuna estaba en serio preocupándose por Izuku, lo que parecería un gesto común para cualquier persona de hecho, aunque para ella eso era un largo tramo de diferencia desde su anterior relación.

No duró más que un par de semanas, Setsuna se aburrió de el bastante rápido, le parecía que no tenía mucho que ofrecer y simplemente lo boto, no sin antes sacarle lo más que pudiera.

Según su historial no parecería que con el peliverde fuera a ser distinto, pero no, aquí la tenemos, varios meses después aún con el, incluso cocinandole mientras el pobre está enfermo, y mientras lo hacía por su cabeza llegaba una pregunta, ¿qué hacía a Izuku diferente de sus anteriores parejas?

Quizás simplemente le gustaba por lo tierno que le parecía, quizás era porque aunque normalmente no estaba de acuerdo con ella en sus "sesiones de pareja" no se resistía demasiado, quizás porque simplemente le parecía graciosa su forma de ser...

O quizás había encontrado su alma gemela al fin.

Quien sabe, pero al final aquí seguíamos, con Setsuna llevándole una sopa a Izuku a su habitación para tratar de ayudarlo a mejorar.

Una sopa algo desabrida pero bueno, ¿quién se iba a quejar? ¿Izuku? Claro que no, por mucho tiempo que hayan estado uno con el otro y por muchas cosas que hayan pasado entre ellos seguía siendo el mismo nerd tímido u sin confianza, con un poco de suerte, la cocina de Setsuna terminaría mejorando con el tiempo, tal vez.

En fin, aunque tuvieran sus claros baches, ambos estaban contentos, más o menos, ignorando ciertos inconvenientes, pero eran cosas que podían solucionar a su tiempo, o eso esperaban.

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La tenue luz del sol que se hacía notar tras las grises nubes de lluvia alumbraban ligeramente una ventana en una casa grande, una habitación a oscuras se observaba del otro lado mientras que una chica pelinegra de cabello corto veía a través del cristal las gotas de agua que caían a gran cantidad.

Yui, a su desgracia, las lluvias y tormentas se habían vuelto otro obstáculo más para poder ir a ver a Izuku, como si no fuera suficiente tener que estar al pendiente de aquella cualquiera que siempre estaba pegada a él, ¿en qué momento sucedió?

Incluso en su inexpresivo rostro se notaba la ira al momento de recordar aquel encuentro en la academia, ¿novios ellos dos? Claro, como no, Izuku era el amor de su vida, la única persona que realmente llegó a preocuparse por ella, era imposible que se hubiera vuelto novio de una zorra solo por que si.

Según Yui recordaba, ambos estaban de lo más alegres hasta el final de la secundaria donde sus caminos se separaron por pura mala suerte, o eso creía ella, en su cabeza era algo bastante ilógico tratar de pensar en alguna razón que llevara a Izuku a alejarse de ella, ambos estaban muy contentos, preocupándose uno por el otro y cuidándose mutuamente, Izuku era la luz en sus ojos, por él, ella podría hacer lo que fuera, y el peliverde lo sabia perfectamente.

A Yui jamás le resultó ningún problema el alejar a las personas que intentaban aprovecharse de el o hacerle daño, al fin y al cabo, solo estaba alejando gente que el no necesitaba en su vida, aunque el no lo supiera.

¿Y a quién más se supone que iba a necesitar? Yui siempre estaría ahí para el, eso era más que suficiente y no le hacía falta nadie mas, ella se preocupaba por el, ella lo cuidaba, ella era lo único que necesitaba, nada más.

MI Izuku Where stories live. Discover now