Capítulo 3

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ZARA.

Estamos recién comenzando el mes, ya quiero llegar al final para poder respirar, no había tenido tiempo siquiera de acordarme del baile, y ya tengo listos los trajes, pero aún no tengo listo mi vestido; Es sencillo y de color rojo, me faltan solo un par de retoques. El mío suelo dejarlo cerca del final, para así preocuparme de los trajes de la realeza y mi familia. A la vez, lo que tengo claro es que con Finner no voy ni de chiste, me sonrojo con solo acordarme de sus bromas respecto a esto. Sin embargo, sigo teniendo el sueño de que un hombre me invite a esa velada.

Bien, ya estando en el salón de telas, donde tengo guardados los trajes y viendo como quedó el vestido de Colette, me rio de solo acordarme de lo que dijo: «Zara, lo quiero negro, y corto, el resto es tu magia, pero si no es negro, soy capaz de ponerme la primera cortina que encuentre». Le encantará, es elegante y cómodo. Este año dejará otra vez a más de uno mirándola como si fuese algo prohibido, pero a mi me encanta, nos complementamos mutuamente, si bien yo soy la que sigue las reglas, ella es la que le gusta ir con peligro por la vida.

En cuanto a Aarón, es un lujo, me atrevería a decir que será un brillo con patas. Él dijo: «quiero algo sin igual, que al llegar todos me vean, y queden con sus bocas en el suelo».

Emerick me fue sencillo, ya que casi siempre usa cosas elegantes y no busca llamar la atención.

Con la Reina Salma... ¡Ay no! Cruzo los dedos para que lo que tengo terminado le guste. Cada año tengo que armar y desarmar mis obras al menos 3 veces, es muy indecisa; pero solo acato la orden, no quiero comerme un discurso de orden y obediencia como en mi primer año de diseñadora de la realeza. Ella fue clara: «No quiero ni brillos, ni escotes, tengo que resaltar solamente por ser la reina».

Con Andrew suspiro de solo imaginar verlo con mis diseños puestos; Como quisiera que sus ojos grises me mantengan la mirada, pero en las oportunidades que he logrado toparme con él nos ponemos muy nerviosos. La última vez quise mantener una conversación y casi le digo: «¿Te gusta el pan?» ¡Uf! Menos mal llegó Colette en ese momento.

El enterarme de que Andrew no se casará, me da un poco de alivio, no porque piense que mi sueño se cumpla, pero de solo imaginar que tendría que hacerle el traje de novio para que se case con alguien más, me tenía un poco triste.

¡Ay, Zara! Mentalízate en el presente y busca su traje para tenerlo a mano, hay que ir a mostrarlo.

Bien, perdón.

Es pantalón, chaqueta y corbata azul, para que resalte junto a sus ojos grises.

¡Uf! Sólo espero no ponerme nerviosa al momento de llegar al castillo a hacer la prueba de los trajes.

¿Tengo todo? Sí, los trajes de la reina Salma y de Andrew -por favor, que el cruzar los dedos me sirva para no tener que desarmar el traje de la reina y empezar otra vez.

De camino al castillo, vienen a mi cabeza recuerdos de mi infancia, cuando me gustaba imaginar que algún día estaría dentro del castillo, y así ver a las señoritas y caballeros con atuendos elegantes, y yo misma vestida con un precioso vestido. Recuerdo decirle a Colette lo que imaginaba, nuestras conversaciones eran siempre iguales:

-¿Te imaginas Colette? -le preguntaba.

-¿Qué cosa?

-¿Vivir en el castillo? -le decía, sonriendo-, ¿Poder ir a los coloridos jardines a la hora que quieras?

-¿Y tener que seguir reglas? -Su ceja derecha se alzaba como la de la señora White-. ¿Tener como pareja un príncipe? ¿Usar tacones, vestidos largos y joyas? -Su tono de voz lo hacía sonar mal, como si fuera un infierno vivir eso-. No, es enfermo.

En medio del abismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora