Capítulo 6 - PARTE II

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Parte 2

ZARA

Sábado, día del baile.

6 A.M

Diosito santo, casi tuve una crisis esta mañana. El baile me tiene nerviosa, ni siquiera he podido comer. Sé que he actuado extraño, incluso yo me siento extraña. Las mariposas en mi estómago se convirtieron en aves gigantes, no he dejado de temblar. Imaginar a Andrew allí, bailando, viéndose tan perfecto hace que me sonroje.

Creo que los demás no han notado mi comportamiento, porque siguen comportándose como siempre conmigo. Me apresuro a tomar todas mis cosas, la caja con mis accesorios y salir a hurtadillas de la casa. A pasos apresurados me dirijo hacia el campo, en donde salen los primeros carros hacia el centro de Gray Village. Lo único bueno de vivir alejada del centro del bloque, es que vivimos cerca de la locomoción.

Saludo a todas las personas que ya están trabajando, quienes me sonríen amablemente. Me subo a una de las carretas de siempre, con aquel señor que le falta un diente y de sonrisa amable, llamado Hernán.

—¡Buenos días, señor!

—Buenos días mija, ¿cómo está?

—Bien, emocionada por el baile. —No puedo evitar sonreír— ¿Le quedó bien el vestido a su hija?

—Se ve como una princesa —dice de forma un poco extraña, es como un hablar cantado.

—¿Está feliz?

—Era todo lo que quería.

Se me escapa una risita de orgullo, porque sé que ellos no podrían haberse pagado eso, y mi antiguo diseño les hizo feliz. Podría bailar de la emoción.

Apenas carga algunos envíos y otras personas suben, él se ubica en el frente del carro y hace a los caballos tirar. El viaje es siempre el mismo, ver el bosque tupido, un poco tenebroso, luego el centro, pero por el camino externo, que rodea el bosque y así hasta llegar a la gran muralla que separa el centro del bloque.

Al llegar, me bajo antes, en la plaza central. Hay grandes estatuas que son preciosas, rinden honor a cada uno de los gobernantes de Gray Village. Todas las reinas son hermosas, y los reyes también, un poco parecidos a Andrew.

Avanzo rápidamente hasta el pequeño callejón que hay después de la plaza, en donde las casas son un poco más pequeñas y coloridas que las demás. Está todo tan limpio, tan precioso, que parece una pintura de alguien más.

—Buenos días —saludo con educación a algunos de los trabajadores que barren las calles.

—Señorita —saluda solo uno, de los cinco.

Sonrío incómoda y continúo. Lo mínimo que una espera es que saluden de regreso, siempre paso vergüenzas. Colette me diría que es mejor no saludar, pasar mirando un punto fijo y con el ceño fruncido, pero no puedo. Es mejor mostrar educación y saludar, aunque pase vergüenza siempre.

Me detengo frente a la casa de color crema en la que cuelgan telas en las ramas de los árboles y toco la campana. La puerta se abre de forma casi automática, dejándome entrar. Adentro todo es un asunto de moda, mujeres ya probándose sus vestidos, muchos probadores, muchos prototipos de vestidos, muchas pelucas, máscaras, todo. Saludo a todos con una gran sonrisa, ellos me saludan de regreso.

—¡Señora Ariadna!

—¡Oh, mi dulce Zara! —exclama.

Toma mi rostro entre sus manos y se acerca para dejar un sonoro beso en mi mejilla. La señora Ariadna es como la madre de la moda en Gray Village, se luce con cada diseño que crea, es increíble. Sus bonitos ojos azules se posan en la caja que llevo con mis cosas, luego en mi cabello.

En medio del abismoWhere stories live. Discover now