Capítulo 7

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COLETTE

La última vez que pregunté por la hora, eran las ocho de la tarde y quince minutos. Eso fue al menos hace dos horas, en el bloque Oeste. Cuando crucé el muro que divide el centro de Gray Village y el bloque, sentí ganas de vomitar. El lodo se transformó en jardines, las casas destruidas en mansiones. Todo esto dividido por una mísera muralla y guardias. 

Me detengo frente a la entrada del gran salón público. Me aseguré de que mis hermanos entraran antes al salón junto con sus parejas. No he sabido nada de Zara desde hace horas, ha estado actuando extraña estos últimos días, pero en sus propias palabras, sólo es el nerviosismo que le provoca que sus diseños sean utilizados para una noche que se supone, es especial, pero no necesariamente eso es algo bueno. 

Las parejas van llegando, no hay demasiada diferencia entre la vestimenta de los bloques y la de los del centro, es un evento único, en ese sentido, ya que todos podemos sentirnos como iguales, aunque no sea así. Las máscaras, que básicamente cubren todo el rostro, hacen difícil descubrir quién está tras ellas; es escalofriante. 

Arreglo el vestido por última vez y me aseguro de ajustar mejor la máscara. Doy unas cuantas respiraciones profundas, observando la fachada; es dorada y está iluminada por lámparas de fuego que hacen un camino por las escaleras hacia la entrada, que sólo es una puerta grande y ancha. 

Cuando me siento preparada y veo a un grupo más grande de personas entrar, doy pasos apresurados y me ubico entre medio de la fila. Siento algunos murmullos tras de mí, sobre lo vulgar que me veo. Sonrío un poco, porque su opinión me interesa poco y es exactamente lo que quiero conseguir hoy. Dejaría de ser gracioso si la reina de pronto dictara como crimen ocupar un vestido así, pero mientras tanto, me permito disfrutar aunque sea un mínimo acto de disconformidad de forma anónima. 

Llego a la entrada, uno de los guardias me observa de pies a cabeza. Me detengo frente a ellos, mientras se aseguran de que no esté armada. Parece estúpido, no podría esconder una espada en el vestido. Cuando finalmente me dejan entrar, lo primero que veo es un espejo gigante sobre la parte superior de la pared frente a mí. Mi cabello negro está completamente peinado y la máscara es incluso preciosa. No parezco yo, y eso es sólo mejor. 

No alcanzo a dar más de diez pasos, cuando un hombre que estaba de pie un poco más adelante, observando el espejo también, se gira hacia mí. Me debe haber estado observando. Cuando comienzo a llegar junto a él no detengo el paso, sigo caminando con lentitud, y él se une a mí. 

—Debo admitir, que estoy sorprendido de que alguien aquí no sea común —dice, con un acento extraño—. ¿Viene acompañada, señorita? 

No le respondo. Noto tres cosas: es blanco, tiene el cabello rubio y un acento extraño. Podría ser de otro bloque o… 

—Yo también vengo solo. 

—¿Bien?

—Seh, me gusta compartirme con todos. No es divertido venir al baile con parejas, es deprimente, bailan  un vals y a medianoche se comprometen. 

—¿Me quieres decir algo en específico o sólo querías compartir esa información tan… interesante? 

Eso lo hace reír. 

—Podríamos ser buenos compañeros de fiestas aburridas —propone—. Traigo buen alcohol. 

De un bolsillo interior me muestra una pequeña botella y la vuelve a esconder. 

—¿O vienes a cazar? —pregunta. 

Cruzamos miradas por un leve segundo. 

—¡Señor! ¡Señor, su familia lo necesita en la tercera mesa! —Se acerca un hombre vestido de uniforme—. Su padre dará el discurso de bienvenida de su familia y necesitan que esté allí. 

En medio del abismoWhere stories live. Discover now