Capítulo 5

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DESCONOCIDA.

Buenas noches, me presento, soy yo.

Sí, ya sabes quién.

Sé que esperabas por mí, sólo que no sabías que me necesitabas, hasta ahora.

¿Ya conociste la vida monótona de Gray Village?

El bloque Oeste, siempre tan gris, oscuro, sin vida, siempre tan patético. ¿Te aburriste? Así se siente vivir en este lugar, donde la mayor emoción de nuestros (no) queridos protagonistas es ocupar un vestido corto o trabajar bordando ropa para la realeza. Pero, no importa, dejemos que ellos crean que es emocionante.

¿Saben que es lo mejor del mes de la celebración? Es que todo puede ocurrir. ¿Lo mejor del baile? El Vals de medianoche.

¿Han escuchado aquella frase? Citaré textualmente: "La historia se repite". Tal vez se las dijo un maestro en alguna de sus clases, si tuvieron suerte, claro. En Gray Village hay un patrón que se suele repetir, se los digo porque conozco todas las historias de aquí. Estoy siempre presente, aunque nadie me note. Te conozco y sí, tú me conoces a mí.

¿Alguna vez leerías un libro desde la mitad? Sin conocer el inicio, sino que comenzar desde el punto álgido del desarrollo del conflicto. ¿Tendría sentido?

Hoy te contaré una historia de ese tipo, así que acomódate, presta atención. No repito las historias dos veces, así que no te pierdas los detalles. Bebe agua si lo necesitas o dirígete a un lugar en donde puedas leer en paz. Apresúrate, empezaré y jamás he esperado a nadie. Asegúrate de que nadie te vigile, me molestan los intrusos. Si llegaste a mí, es porque necesitas escuchar esto, nadie más.

¿Está todo listo? Escuchame.

Érase una vez una pequeña niña, de cabello oscuro como el cielo por la noche, sin luna, sin estrellas, un manto oscuro y solitario, con ondas que podrían simular la forma y textura de una nube igual de oscura. La hija menor de un panadero y una costurera. La más dulce, introvertida y obediente.

Para mi gusto, es una historia un poco cliché.

Eran una familia que para el fin de mes, no tenían comida para poner sobre su mesa. La pequeña creció viendo eso, y a una corta edad, vio a sus hermanos comenzar a trabajar para ayudar a la familia.

Su madre, una mujer de noble corazón, acogió a su pequeña hija en su salón de costuras y comenzó a enseñarle lo básico. Ella, desde el primer momento, supo cuál sería su destino, qué es lo que quería. Al cumplir los doce años, vio cómo sus hermanas comenzaron a ser comprometidas con hombres de mejor posición, por lo que su destino parecía obvio. A sus doce años, había asistido a las cuatro bodas de sus hermanas, a quienes además, ayudó a hacer sus vestidos. Un mes después de la última boda de su hermana, y con doce años y cinco meses, fue comprometida con un heredero de una familia del centro de Gray Village, de veinticinco años, un hombre muy correcto, decían, leal a la corona y agradable. Los padres lo aceptaban, eso bastaba.

No importaba lo que ella quería, lo que intentase hacer, lo que llorara o gritara; nada importaba, después de todo, ella no tenía ni voz ni voto en su propia vida. Su maldición estaba escrita desde su nacimiento.

La niña, asustada y desvalida, acudió a su hermana en busca de ayuda. Lloró en sus brazos y se sintió comprendida, su hermana entendía su temor. Sin embargo, la magia acabó pronto, porque su querida hermana mayor, conocida por su dulzura, secó las lágrimas de la pequeña y arregló su vestido arrugado. Sujetó su cabeza y la miró a los ojos, con la templanza infinita que la caracterizaba, y pronunció las palabras que sentenciaron a la niña:

«No importa si no eres feliz, al menos tendrás de qué vivir. No somos nada, nadie. Él te dará la vida que necesitas, así que sé buena, no planees nada loco, solo calla y baja la cabeza. Ten a sus hijos, plancha su ropa, acepta lo que dice, no lo hagas enfadar, sé simpática, tan dulce como lo eres ahora.

Esto será así por siempre, si no es él, será otro. Debes aceptarlo, sólo un verdadero golpe de suerte o una explosión el día de la boda podría evitar que suceda y créeme, yo esperé que sucediera por muchos años y no sucedió. Nada cambiará, resignate y sé una buena chica».

104 palabras, repetidas durante años, de hijas a madres, hermanas a hermanas, abuelas a nietas, tías a sobrinas, primas a primas; hombres a mujeres, padres a hijas, hermanos a hermanas, primos a primas, tíos a sobrinas, abuelos a nietas. La niña estaba condenada desde la existencia de sus antepasados.

104 palabras que se repitieron sin cesar y siempre tuvieron el efecto deseado.

Pero nadie esperó lo que ocurriría después. ¿Lo adivinarás tú?

¡BOOM!

Ocurrió la explosión.

La niña dulce y obediente, rompió su primera regla y rompió la cadena. Hizo explotar 104 palabras nocivas.

Aún puedo escuchar la explosión en aquella casa, que sólo necesitó de tres palabras y una decisión.

Já, me gustan esas rupturas en la monotonía.

¿Moraleja? No subestimes a las niñas dulces y obedientes, pueden destruir tu poder y control.

¿Y la segunda moraleja? Tendrás que adivinarla, me gustan las personas astutas.

Ahora, ve, apresúrate, el baile está por comenzar y no querrás perderte el espectáculo principal. 


***

¿?

Inserte meme de "Quién chota sos".

Gracias por leernos.

Un abrazo grande,

Chik y Kashmey.

Chik y Kashmey

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En medio del abismoWhere stories live. Discover now