Capítulo 12

37 18 0
                                    

ZARA

No he dejado de llorar, no sé qué ocurrió con el príncipe Andrew, no sé si mis amigos están bien. El señor Declan se ha mantenido a mi lado, consolándome, pero no está tranquilo. Desde que escapamos no ha dormido, llegamos al bloque Oeste y se encargó de traerme a casa, se quedó una noche más asegurándose de que estaría bien. El olor a humedad se siente en cada esquina, no había nadie aquí. Sé en dónde están, pero es un lugar secreto, informarle al guardía haría que Colette se enfade conmigo.

Sí, la noche anterior el primer bloque en ser cercado fue el Oeste. El caballero real pensó en usar su autoridad para dejarnos pasar, pero todo cambió cuando vimos colgando cuerpos de tres guardias de la realeza, por lo que tuvimos que tomar algunos atajos. Era una bestialidad, no entiendo cómo la noche pudo cambiar tan pronto.

¡Estaba teniendo la noche más hermosa de mi vida! ¡Viviendo un sueño! ¡¿Por qué tienen que arruinarlo todo?! ¿Por qué no se me permite soñar una vez? ¿Por qué no puedo ser otra persona por una noche? Me sentía bien, a gusto, importante, vista. Me sentía interesante, una dama del centro de Gray Village, no solo... Zara la costurera.

El señor Declan entra a la habitación, con su rostro inexpresivo.

—Señorita, en quince minutos saldré de aquí.

—¿Q-qué?

—Le he informado a los guardias que este hogar es seguro, que no debe ser revisado.

—G-gracias, señor...

—Procure no salir por algunos días, el bloque está siendo puesto bajo control, así que podría arriesgar a que la encarcelen.

El señor entra más a la habitación, observando con algo de curiosidad.

—¿Vive usted con más personas?

—S-sí, con... mi familia.

—¿Y no han llegado a casa? —Alza una de sus cejas.

—Estoy preocupada.

Él sabe que estoy ocultando algo, porque sus ojos fríos recorren mis expresiones como si esperara a que me desbordara y gritara la verdad. Mi cuerpo tiembla sin control, pero no debo temerle, él me salvó. Además, Andrew no me pondría en peligro, a mí ni a nadie.

El señor Declan dirige su mirada a una tela roja cubierta en barro y se acerca para sostenerla. Mi hermoso vestido quedó hecho un desastre, sólo verlo hace que mi estómago se revuelva. Mis manos tiemblan, porque quiero comenzar a llorar otra vez.

Los quince minutos pasan con lentitud, Declan no conversa demasiado conmigo. Sólo se dedica a observar la puerta con el ceño fruncido.

—¿Sabe usted lo qué significa la palabra lealtad?

Me sobresalto cuando habla.

—Yo debía haber estado con el príncipe —dice, en voz baja—, pero él prefirió salvarla a usted.

—Lo lamento, yo jamás quise...

—Si él se preocupa por usted, usted debe preocuparse por él.

Se levanta, posicionándose frente a mí.

—No sé qué vio de especial en usted, pero debe ser algo muy fuerte. El príncipe no es de tomar este tipo de riesgos —Lo piensa unos segundos—, por nadie.

—Es mi culpa, yo no debí aceptar nada...

—Es curioso que se repita la historia. —Una sonrisa melancólica se instala en su rostro— Esperemos que tenga un mejor final.

En medio del abismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora