Capítulo 25

3 1 0
                                    

DESMOND

Domingo veintidós de Agosto y estoy con una resaca de los mil demonios. Saludo a algunos nobles con cortesía mientras pasean por la feria, este año conmemorativa. Una preciosa bandera del reino está a media asta, es un día para recordar a los caídos. Sé que se está haciendo una en cada bloque, pero la más importante es la del Centro, en donde la reina da su discurso. Años anteriores, la feria era rotativa, es decir se escogía un bloque anualmente para celebrarla, pero este año decidieron hacer la principal aquí y evitar cualquier ataque, considerando la cantidad de guardias que ocuparán.

Arnoldito no es tan estúpido, después de todo.

Estar en la recta final del mes aumenta la presión, lo sé porque Arnoldo ya comenzó con sus crisis de insomnio. Toda la noche camina por la casa y habla solo, preparando sus discursos, sus mandatos, toda la mierda de su trabajo. No quiero terminar como un viejo loco.

Bebo un poco más de mi copa de alcohol, mientras Eva sostiene una sombrilla para mí. Es silenciosa, lo ha hecho bien, es cuidadosa y mantiene una línea de respeto adecuada. Winter ya la ama y eso dice bastante, si ella confía en la chica, nosotros también podremos hacerlo.

—¿Quiere otra copa, mi señor? —inquiere.

Me termino en un gran sorbo la copa que tengo en mis manos.

—No soy un inútil, pero gracias, Eva.

Camino hacia el cóctel del Bar central y tomo otra copa.

—Suma eso a la cuenta de la familia Basile.

Mamá ha estado por allí haciendo vida social, aunque no es su fuerte. Es una mujer muy tímida y sé que estás situaciones la ponen nerviosa, pero siempre pone su mejor faceta para enfrentarlo. Arnoldo la sigue y la muestra orgulloso, sigue diciendo que mamá fue su más grande logro. Detesto que hable de ella así, como si fuese un objeto que hubiese ganado en una subasta.

Veo una figura acercarse a mí con pasos lentos, va vestido de traje negro y lleva sus clásicos guantes puestos. Camina con más cautela de la usual, con una de sus manos posadas a un costado de su abdomen. Lamentablemente no pienso nada coherente cuando noto que su mirada va fija en mi rostro, como si estuviera batallando en reconocerme, pero sé que lo hace, este hombre jamás olvida rostros. Su negocio es conocido por todos acá, su tienda es una de las más famosas. Cualquiera que quiera tener muebles decentes en casa debe pasar por su tienda, aunque no los fabrique él, lo hacen los miembros de su familia.

Se dice que para lograr esto, debió abandonar a otra parte de su familia y que lo hizo sin mirar atrás. Muchos lo admiran, es un hombre, además, interesante. Es misterioso, no muy hablador, pero a la vez es gentil. Una cicatriz cruza el largo de su rostro, desde la frente, pasando por la nariz hasta su mejilla. Tiene al menos veinticinco años, es uno de los hombres más codiciados de la burguesía del Centro.

Algo me indica que si alguna noble lo pudiera cazar como amante, también lo intentaría, pero estaba en boca de todos qué tan importante para él es el honor y la familia. En los bares bajos todas las mujeres y los hombres comentan con sorpresa que siga soltero, incluyéndome.

Cuando llega a mi lado, se inclina a forma de saludo y hace lo mismo con Eva, quién parece sorprendida de su consideración.

—Señorita —saluda con una voz grave que estoy seguro, que hace que Eva casi se desmaye. Sus oscuros ojos se posan en mí—. Señor Desmond Basile.

—Honorable Cleavon —saludo, probando su nombre en mis labios—. Siempre es bueno verte, hombre.

Una sonrisa quiere instalarse en su rostro, pero la reprime.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 08, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

En medio del abismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora