Prologue: God Knows I Tried

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Prologue: God Knows I Tried

Hogwarts, 1986

Isabella Howard: labios gruesos, ojos negros y furiosos, piel oscura, miles de trenzas cayendo alrededor de su cabeza. En el campo de Quidditch, se transformaba en un dragón. La jugadora estrella de las Avispas de Holyhead. Según muchos, la mejor mujer en el rubro del último siglo. Las portadas de los diarios deportivos parecían solo tener su cara en aquellos tiempos, y se le atribuía la Copa Mundial de Quiddich con la que contaba su país. Pero el éxito y la fama no hacían a Isabella inmune al dolor de la guerra. Le habían sacado a todo lo que había querido siempre: su novia, su mejor amigo, luego su mejor amiga, y ahora, le querían sacar a su ahijada.

Y era de popular conocimiento, que si había algo por lo que Isabella Howard no era conocida, era su paciencia. Es por esto que no fue sorpresivo para Albus Dumbledore cuando la puerta de su despacho se abrió de par en par y la furiosa figura de la mujer irrumpió en el.

"¡Tiene que estar bromeando Dumbledore!" dijo, apenas tuvo al anciano en frente. Una acalorada Minerva McGonagall apareció atrás, parecía haber corrido detrás de Isabella todo el camino.

"Lo siento Albus, no hubo manera de detenerla. ¡No se como sabía la contraseña de su despacho!"

El anciano director, que no parecía para nada intimidado con a la mujer que estaba parada hecha una furia frente a el, le dio una sonrisa tranquila a la profesora. "Descuide Minerva, la señorita Howard solo está alterada. Quizás es apropiado que nos deje solos."

"Pero... Albus..."

"Cierre la puerta al salir, Minerva."

La profesora apretó los labios, pero asintió con la cabeza y se retiró.

Dumbledore carraspeó, observando a la mujer frente a el a través de sus lentes de media luna. Habían pasado cuatro años desde la última vez que se habían visto, y las cosas tampoco habían terminado en buenos términos. Se notaba a simple vista que ese último período de tiempo había afectado más a Isabella que a cualquier persona. Su aspecto desaliñado, mejillas hundidas y las bolsas pesadas bajo sus ojos lo indicaban. Nunca había sido buena disimulando. Ni siquiera lo había podido aprender de su mejor amiga, Blair Malfoy (luego Black).

"Tome asiento señorita Howard, ¿cómo está? tanto tiempo sin verla."

La mujer no hizo amague se sentarse, la rabia hervía en sus ojos. "¿¡Cómo estoy!?" soltó un suspiro indignado. "La última vez que nos vimos le dije todo lo que pienso de usted, profesor Dumbledore, no esperé que cambiara de modo de pensar... pero lo que va a hacer ahora... no tiene marcha atrás."

El anciano no pareció inmutarse. "Si no se tranquiliza no podremos tener esta conversación, señorita Howard. Por favor, tome asiento."

Las llamas en los ojos de Isabella no se apagaron, pero tomó un suspiro y se dejó caer en uno de los sofás del despacho. "¿Puedo al menos fumar?" Dumbledore asintió, y la mujer sacó una caja de cigarrillos por la mitad del bolsillo de su jean, prendiéndolo la punta de su varita. Dumbledore hizo aparecer un cenicero frente a ella.

"Pensé que había dejado los vicios de la adolescencia atrás, señorita Howard, con su carrera deportiva, no parece lo más prudente."

Isabella suspiró con indignación. "Solo fumo cuando estoy estresada. No me llame señorita Howard, no tengo quince años."

"Eso parece ocurrir bastante últimamente, ¿no cree?"

"¿Lo qué?" espetó la mujer.

"El estrés."

Moonlight  ✺  Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora