ii. The Grim

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act one. chapter two.
THE GRIM

Maia se encontraba en una cárcel. Ya había estado allí antes, en algún otro momento, en algún otro sueño. Caminaba lentamente por unos pasillos oscuros y lúgubres, que le daba la impresión que había visto antes. Estaba sola, completamente sola.

A sus lados habían lo que parecían ser celdas, divididas por oxidados y gruesos barrotes. Se encontraban vacías.

Menos una.

Al final del pasillo, en un punto en el que la luz del sol alumbraba aún menos que en el resto del lugar, una celda estaba ocupada. Maia no lo podía ver con sus ojos, pero no tenía ninguna duda: allí había alguien.

Se acercó lentamente, por alguna razón no sentía miedo de lo que pudiera haber en el fondo del pasillo, a diferencia de la sensación que tenía con el resto del lugar, esa celda le daba una extraña tranquilidad. Conocía a su ocupante, él no le haría daño, él nunca le haría daño. Finalmente llegó al final del pasillo y se paró un metro delante de los barrotes, dentro no se veía nada, solo la oscuridad total.

Parpadeó, acostumbrándose a la poca iluminación. Lo primero que pudo reconocer fue el brillo de unos ojos. No eran ojos humanos, tampoco era un monstruo. Finalmente la silueta comenzó a dibujarse frente a ella. Se dio cuenta de lo que era.

Un perro.

Despertó en su habitación de la sala común de Slytherin, la hora en el reloj daba las cuatro de la mañana. Las respiraciones pesadas de Daphne sonaban a su lado. Supo que no iba a poder volverse a dormir.

Maia estaba completamente arrepentida de haber tomado Adivinación.

Había entrado al aula con Daphne y ninguna de las dos había podido evitar arrugar la nariz ante el olor a incienso que había. Las cortinas tenían los diseños más horrendos que había visto y todo estaba iluminado por una tenue luz roja, ya que las lámparas estaban tapadas por diferentes paños. Los envolvía un calor abrasador.

Maia sintió miradas en ella. Durante el desayuno ya había comenzado a notar expresiones extrañas desde las mesas de las otras casas. La noticia de que era la hija del asesino más buscado del mundo mágico no hacía más que esparcirse. 

Pero ella ya sabía que iba a ser así. Ya se había preparado para eso. De cualquier manera no podía evitar que su respiración se acelerara y sintiera una irrefrenable necesidad de mover nerviosamente las piernas. Era lo suficientemente sensata como para que no se le notara. Estaba avergonzada siquiera de sentirlo.

"¿Dónde estará la profesora?" le susurró Daphne.

"No lo sé." fue la vaga respuesta de Maia, no tenía humor para responder nada mejor. Su cabeza dolía. 

Aparentemente, Daphne había decidido hacer como si el verano no hubiera pasado, como si fueran tan amigas como a fines de segundo año. Se había sentado junto a ella en el banquete de la noche y había hablado durante horas de sus vacaciones. Maia se había limitado a responder con monosílabos, pero eso no parecía haber bajado los ánimos de Daphne.

En ese momento una voz emergió de las penumbras. "Bienvenidos. Es un placer verlos finalmente en el mundo metafísico."

Cuando Maia se giró hacia donde venía la voz, solo pudo ver a un enorme insecto, luego se dio cuenta de que era la profesora. Tenía unos anteojos con tal aumento que hacían a sus ojos enormes. De sus brazos y cuello colgaban todo tipo de collares y pulseras y su torso estaba adornado por un chal.

Moonlight  ✺  Harry PotterWhere stories live. Discover now