xiv. We Take What We're Given

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act two. chapter fourteen.
WE TAKE WHATE WE'RE GIVEN
tw: pensamientos muy oscuros


A la mañana siguiente, Maia juntó fuerzas para hablar con Ryo.

Se levantó, como siempre, mucho antes que Daphne, quién tendía a llegar justa de tiempo a las primeras clases de la mañana. Repitió la misma rutina que todas las mañanas como una autómata. Se dio una ducha, en la que refregó su cuerpo hasta dejar su piel roja. Se cepilló el pelo y se lavó los dientes. Salió del baño envuelta en su bata.

Alzó a Gris en sus brazos y acarició con su nariz el hocico del animal. "¿Quién es el gatito más lindo?" murmuró. Luego lo dejó en el suelo y llenó de comida su plato.

Se vistió con la túnica del colegio. Arregló las imperfecciones de su cara con algo de maquillaje. Le estaban saliendo algunos granos en su barbilla y en la parte alta de sus pómulos, maldijo internamente. Probablemente eran causados por el estrés. Logró cubrirlos con bastante éxito, el maquillaje mágico que su tía le compraba era increíblemente efectivo. Aplicó la pócima laciadora en su cabello. Colgó pendientes en sus orejas. Eran unos aros de plata de los que colgaban dos pequeñas florecillas de diamante. Luego se puso la pulsera que Draco le había regalado para su cumpleaños, con incrustaciones de esmeralda y diamante, cuyo interior rezaba Maia Black Malfoy - Tojours Pur. Era su favorita del momento, combinaba con su uniforme de Slytherin.

Observó el anillo de obsidiana en su dedo anular. No combinaba con ninguna de sus joyas. Ya se estaba acostumbrado a él. No se lo podía sacar para nada, ni siquiera para dormir. Estaba resignada. Lo pensaba como parte de su cuerpo, como un tumor, una malformación.

No se ponía el relicario en forma de estrella desde el día de su cumpleaños. Descansaba en el fondo de su baúl junto a las dos notas que acompañaban los regalos que le había hecho su padre, la foto de ella, Stefan y Draco riendo cuando eran niños y la cajita musical que le había obsequiado Remus. Nunca había girado la manija para escuchar su música.

Suspiró hondamente.

Antes de salir, sacudió suavemente a Daphne para que se despertara, el sonido del reloj no hacía ningún efecto en ella, así que lo había dejado de programar, solo molestaba a Maia y no lograba que la rubia se despertara. Así que habían adoptado la rutina de que fuera la Black quién se encargaba de despertarla en las mañanas.

La rubia se enderezó en su cama maldiciendo entre dientes. "Te veo en clase." le dijo Maia.

A pesar de haber asumido que no tenía más opción que dejar de evadir a Ryo, tenía la secreta esperanza de no encontrárselo. Pero lo vio apenas bajó las escaleras. Estaba sentado en uno de los sillones junto a Draco, que jugueteaba con una pelota que cambiaba de color. Ryo leía una carta con el ceño fruncido. Maia no pudo distinguir las letras, estaba en japonés. Debía ser de su padre.

"Buenos días." dijo, parándose frente a ellos, con un peso en su estómago.

Ryo levantó la vista, Draco no la miró.

"Buen día." asintió con la cabeza el chico Hiekami, con tono monótono y quizás algo burlón.

Maia esperó unos segundos, esperando a que el muchacho dijera algo y le diera un pie para decir lo que tenía que decir. Pero eso no sucedió. Ryo continuó mirándola, alzando un poco las cejas, esperando a que ella tomara la palabra.

Maia observó de reojo a Draco, pidiendo su ayuda, pero él jugueteaba desinteresadamente con la pelota sin prestarle atención.

Maia carraspeó, incómodamente, sintiendo el peso en su estómago crecer. Suspiró. "Lamento no haberte hablado antes." dijo, finalmente. "Quería disculparme por la noche de anteayer en el Gran Comedor. Estaba en frente tuyo y me fui de manera... descortés. Lo siento."

Moonlight  ✺  Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora