xi. You Are What You Do

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act two. chapter eleven.
YOU ARE WHAT YOU DO

A la mañana siguiente, solo se hablaba de una cosa en la sala común de Slytherin, y ese era Harry Potter.

"No lo puedo creer." dijo Draco. Sentado en uno de los sillones jugando una partida de ajedrez contra Blaise. "Ese pequeño hijo de... ¿cómo hizo?"

Maia tampoco lo podía creer. Pero no como Draco, al que lo dominaban el enojo y le envidia. Maia no lo podía creer de verdad.

Desde el primer momento no había entrado en su cabeza por qué cualquier persona pondría su nombre en ese cáliz, pero... ¿Harry? ¿Qué todos los años terminaba en peligro de muerte? ¿Por qué querría someterse a otra prueba mortal siendo menor de edad?

Quizás Draco tenía razón, y lo único que Harry quería era hacerse el héroe para destacar entre el resto de los estudiantes.

No sabía que pensar.

Aunque tampoco era como si nadie se lo hubiera preguntado.

"Oí que los gemelos Weasley trataron de hacer una pócima para pasar la línea de edad, pero les salió mal, les crecieron unas barbas..." comentó Theodore, dejándose caer en el sillón junto a Draco. "No entiendo que puede haber hecho él. Apesta en pociones."

Últimamente, tanto él como Blaise se habían acercado más a Draco y Ryo. El humor seco y algo cruel de Blaise y la picardía de Theodore parecían entretenerlos. Maia se sorprendió un poco al comienzo, siempre había sido claro que en la amistad de Draco y Ryo no entraban más que dos personas. Pero luego había comprendido un poco más.

Draco tenía, por lejos, el lugar más alto en la jerarquía de Slytherin, igualado solamente quizás por algunos alumnos más grandes, pero eso era por una cuestión de antigüedad. Tenía el apellido, la riqueza y la personalidad necesaria como para destacarse y hacerse respetar entre sus compañeros de casa. A Maia le parecía natural, desde que eran pequeños, Draco era el protagonista. El sol del sistema solar de los tres primos. Stefan y Maia se limitaban a girar alrededor de él. Era claro para ella que era su lugar natural en la vida, era lo que Draco generaba en las personas. No le molestaba, le parecía bien, le parecía que Draco se lo merecía.

Ryo también entendió eso ni bien llegó a sus vidas, en su primer año de colegio. Era él quien seguía a Draco en la escala social. Pero se había hecho su propia fama. En los últimos tiempos, lo estaban comenzando a llamar el príncipe oscuro de Slytherin (a sus espaldas, por ahora nadie se atrevía a decírselo en la cara). El nombre le hacía justicia. No había persona que no le tuviera miedo, tenía esa mirada, esa vibra estremecedora. Había algo muy oscuro dentro de él y se notaba. Algo que probablemente nadie se imaginaba. Stefan se lo había dicho el día anterior: "Es el peor de todos ustedes, y lo sabes."

Maia lo sabía, lo sabía, la aterraba, y se iba a casar con él porque no tenía opción. No podía parar de pensar en eso. No podía parar de pensar en su conversación con Stefan. En su decepción y su crudeza. No podía parar de pensar en que quizás tuviera razón. Ryo Hiekami hacía a todos erizar sus vellos simplemente con su mirada muerta. Con su presencia y su oscuridad.

A todos menos a Draco.

Porque si Ryo era el príncipe, Draco era el rey.

Eso estaba más que claro desde el primer momento. Era lo único que hasta ese entonces había tranquilizado a Maia. Que Ryo no movería un dedo sin que Draco lo aprobara. Y Draco nunca haría nada para lastimarla.

Pero ahora... ahora era diferente. Todos los reinos tenían sus leyes, y hasta los reyes debían respetarlas. Draco tenía sus límites. No había podido evitar el compromiso de su prima con su mejor amigo. Por mucho que quisiera.

Moonlight  ✺  Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora