Lily Evans

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El cumpleaños de Sirius, no pudo ser celebrado dado a grandes problemas generados por su abuelo, que amenazó con robarse al pequeño, desde aquel día, Walburga tenía miedo de siquiera cerrar los ojos, sabía que su padre sería capáz, de llevarse a su hijo al rincón mas lejos y ella no estaba dispuesta a permitirlo.

Por tal motivo Orión no se sorprendió cuando ingreso al cuarto de su hijo mayor y encontró a su esposa acostada con él, en un abrazo protector, se acercó con cuidado tratando de quitar a Sirius, pero mas rápido que cualquier hechizo su esposa lo amenazó con varita en mano, al ver que solo era él bajo la guardia.

—Querida, creo que necesitamos un descanso, no podemos seguir viviendo así, no pudimos siquera celebrar el cumpleaños de Sirius, sabes lo terrible que fue ver su carita de decepción, no quiero esa mirada en el rostro de mi hijo ya la ví suficientes veces en "la primera oportunidad" — Lo que Orión decía era verdad, ella también se había sentido muy mal aquel día.

—¿Qué sugieres?— pregunto ella aun aferrándose a su hijo.

—Podríamos alquilar una casa de campo, Lyall dijo que estar alejado de todo ayuda a despejar la mente— Comentó Orión y ella solo se limitó a asentir la idea era buena.

—Bueno iré a ver a Regulus, ya quita los hechizos de protección de su cuarto— Habló su esposo mientras salía, ella así lo hizo.

Al abrir la puerta, Orión se encontro a Regulus jugando, con unos dinosaurios que el pequeño James le había regalado en su cumpleaños, estos podían caminar y hacer ruidos simulando así tener vida.

—Papi, juega— dijo Regulus extendiendo uno de los muñecos a su papá.

—Reg, no vine a jugar, vine para llevarte a desayunar— luego de acabar esa oración se arrepintió totalmente, Regulus no solo estaba molesto, si no que lo había mirado de arriba a abajo juzgándolo, incluso le volteó los ojos.

—Regulus, vamos Kreacher hizo tu desayuno favorito— dijo Orión ignorando lo que hizo el niño de ahora tres años.

—Cómelo tú— respondió Regulus, con total indiferencia.

—Regulus, no hagas que llame a mami— advirtió Orión

—¡Mami!— grito el pequeño Regulus

—Regulus Black— lo regaño su padre

—¿Pasa algo?— pregunto Walburga que había llegado corriendo dejando a Sirius con el elfo.

—Papi, no se atrevió a llamate asi yo lo hize— dijo muy tranquilo el pequeño, sin tomar en cuenta la advertencia de Orión.

—¿Qué pasó?— pregunto Walburga con la misma mirada juzgadora que Regulus le había dado.

—No lo puedo creer, tus hijos tienen la misma personalidad que tú— dijo Orión acusatoriamente

—Claro ahora solo son mis hijos, pero cuando se comportan bien ahí si son tuyos, no?— dijo Walburga, el pequeño miraba divertido el problema que tenía su papi.

—Bueno es que ahí si pareceb hijos mios— dijo Orión.

—Si no quieres acabar durmiendo en la calle, te sugiero callarte— dijo ella muy seria, su esposo estaba cuestionando su personalidad, eso solo lo había hecho su padre.

—Como tu digas, amor mío, pero la culpa fue de Regulus, solo no quise jugar con él— dijo el saliendo de la habitanción para ver a su pequeño Sirius, tal vez él se haya levantado de mejor humor que su hermano, estaba dándose cuenta de que Regulus podía ser muy rencoroso cuando le negaban algo.

Ese día la familia partió a la que sería su casa por una semana, el proceso se había adelantado gracias a un amigo de Lyall.

Cuando llegaron, pudieron observar que a lo lejos había otra casa, no le tomaron importancia realmente, en ese momento no sabían que tanto su vida cambiaría gracias a una dulce niña que vivía ahí.

New LifeWhere stories live. Discover now