Capítulo 12: La bola de pelo.

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Mi madre y Michele fueron a la comisaría, sin embargo, al llevar tan pocas horas desaparecidos, no podían iniciar una investigación. Quedé aliviado pues así no perjudicaría a Álvaro. Sin embargo, esto no sucedió en la casa de Álvaro Salazar, en la cual se estaba viviendo un verdadero infierno.

—¿¡Cómo que aún no encuentran a Madelaine!? —su padre comenzó a pegarle.

—No es culpa de Álvaro —intervino su hermana.

—¡Callate, gorda! —empujó brutalmente su madre a Lara.

—O la encontráis u os quedáis otra vez sin comer cinco días —comenzó a pegarles su padre.

Los dos hermanos comenzaron a llorar y después de terminar de ser maltratados, Álvaro se puso a llamarme por teléfono. Yo estúpidamente decidí coger la llamada.

—¿Por qué me llamas? ¿Qué quieres?

—No te hagas el estupido conmigo, ¿Dónde están Madelaine y tu hermano? Mucha casualidad que desaparezcan a la vez.

—Te equivocas, Álvaro compró un billete para él solo de avión y está ahora en México —me inventé una historia rápida—. Y de Madelaine yo no sé nada.

—Violador de mierda, ¿quien se va a creer tu historia?

—¡Ya empezamos, que no violé a nadie! y ahora te tengo que colgar porque tengo que hacer otra cosa —dije gritando de la rabia mientras colgaba el teléfono.

Álvaro tiró el móvil al suelo y se puso a gritar:

–¡Qué rabia, joder!

Pasó una semana aproximadamente y ya llegó el día del juicio, los días antes del juicio me las pasé encerrado en casa, debido a que si salía era probable que me llevara alguna que otra paliza.

—¿Cuánto te queda, muchacho? Nosotros estamos ya en el coche —preguntó mi padre.

—Gilipollas estos, mejor vivir sola, vamos a llegar tarde —mi madre comenzó a insultarnos sin ningún sentido.

—Estoy ya, perdón por la tardanza.

Nos subimos al coche, en el cual sentía como mi corazón no paraba de latir de los nervios y estaba sudando tanto como un mono en una sauna. Al llegar ahí, mi abogada nos estaba esperando.

—Hola, que comience la acción —sacó la lengua.

No le presté atención a la abogada porque a lo lejos pude ver como Barbie me miraba mientras se reía con sus dientes de conejo.

—¿Estás nervioso? —volvió a intentar iniciar una conversación conmigo.

—Sí, estoy nervioso porque mis amigos no quisieron venir a testificar.

—Con el recibo y las fotos todo va ir bien —me tocó el hombro mientras sacaba la lengua como señal de apoyo.

Entramos al juzgado, donde estaban todos los asientos completos, debido a la gran viralidad que se le dio al caso. Tomé mi asiento y la jueza comenzó a hablar.

—Hoy estamos reunidos para contraer en sagrado matrimonio —tosió y escupió una bola de pelo—. Digo —tocó el mazo—. Tomen asiento todos, que va a dar comienzo el juicio.

Creo que todos nos quedamos atónitos al ver aquella bola de pelo salir de su boca. Me puse a mirar a mi alrededor y pude apreciar como en los asientos de los testigos no había absolutamente nadie.

—Hoy perdí mucho más de lo que puedes imaginar... —me puse a susurrar mientras miraba las fotos y el recibo— pero no es tiempo de lamentos.

—Que comience declarando la joven Bárbara —dijo la jueza.

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