Capítulo 21: La muerte nunca duerme.

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Quedamos en shock al descubrir que habíamos sido pillados por los malagueños y el miedo se apoderó de todos. Sin embargo, cuando parecía que todo estaba perdido, Shaun, el hermano de Madelaine, que había estado observando todo desde la distancia, saltó.

—Tú... —comenzó a hablar, mirando a Álvaro Salazar— ¿¡Cómo te atreves a tratar así a mi hermana!? ¡No te voy a perdonar en la vida, ¡¿Me escuchas?! ¡En la vida!

—¿Y tú qué haces aquí? —cuestionó Álvaro, rabioso— ¡Lárgate!

—Shaun, tú no entiendes nada, así que vete antes de que salgas lastimado —le advirtió Mario.

—Claro que lo entiendo, mi hermana me ha contado todo, ¿No os da vergüenza ser tan machistas y asquerosos? Que asco dais... —él comenzó a echarles cosas en cara.

—¡Cállate, ya te he dicho que no lo entiendes! —Álvaro Salazar trató de golpear a Shaun, pero el susodicho lo tiró al suelo.

Sin embargo, su fiel compañero Mario lo golpeó por detrás, haciendo que el hermano de la pelirroja cayera al suelo golpeándose en la cabeza con una roca.

—¡Hermano! —Madelaine comenzó a llorar y gritar con impotencia.

—¡Esto te pasa por zorr*! —comentó su novio entre risas, mientras se incorporaba.

—¡Hijo de put*, cállate ya! —mi hermano se abalanzó sobre él instintivamente y comenzó a golpearlo.

Mientras yo miraba la escena aterrorizado, el novio de Pía me agarró del cuello y me lanzó contra el suelo. A la par que pasaba esto, el otro malagueño comenzó a darle patadas en el estómago a mi hermano.

—¡Mario, tú no eres así! —le gritó Pía, entre lágrimas.

Yo me incorporé y le proporcioné una patada en la entrepierna al susodicho, el cual me la devolvió golpeando mi rostro.

—¡Por favor, parad! —la pelirroja se acercó a Álvaro Salazar tratando de detenerlo, pero él la golpeó brutalmente

La argentina, aterrorizada, decidió llamar a una ambulancia y a la policía, porque predecía que todo acabaría mal.

—¿¡Qué crees que haces!? —preguntó con furia su novio el cual le fue a arrancar el teléfono, sin embargo, yo le asesté un cabezazo el cual no le permitió lograr su objetivo.

—¿Eso no te lo esperabas, no? —cuestioné, con un tono burlón?

El corpulento se cayó al suelo. Sin embargo, su amigo se acercó y empujó a Pía, pisando su teléfono móvil repetidas veces.

—¿¡Qué crees que haces!? —le preguntó Álvaro Salazar furioso.

—¡No la toques! —le grité al malagueño y procedí a empujarlo al excremento de un perro.

A pesar de que se moría de asco, se volvió a levantar y me golpeó varias veces, aunque no lo hizo durante mucho tiempo ya que Shaun se incorporó y lo tiró al suelo de nuevo. De repente, Mario sacó un objeto de su bolsillo, dejando a todos paralizados.

—¡Parad ya todos! —gritó, sosteniendo una navaja en sus manos.

—¿P-por qué vas armado? —cuestionó Madelaine, temblando.

—M-Mario... no es necesario llegar a eso... —mi hermano trató de hacerle entrar en razón.

—¡No! ¡No paráis de arruinar todo! —exclamó, mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas.

—¿Qué pretendes hacer...? —pregunté, acercándome hacia él.

—¡No te acerques más, desaparecer de nuestras vidas y dejar ya a nuestras novias! —Mario me gritó y me acercó significativamente la navaja.

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