Capítulo 14: Juicio eterno.

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Estaba un tanto inquieto, ya que me estaba jugando mi futuro. Si le creían a esa mentirosa, estaría muerto y mi vida se iría al garete para siempre, mi futuro, mis sueños, todo... Recé a Dios para que eso no sucediera.

—Venga, que llegamos tarde —dijo mi abogada, sacando la lengua.

Corrimos hacia el coche para llegar a tiempo. Finalmente, tras muchos contratiempos, logramos llegar un minuto antes de la hora acordada.

—Tomen asiento, va a comenzar el juicio —nos dijo la jueza, esperando a que todos nos sentáramos para empezar.

Todos nos sentamos y, en ese preciso instante, todos observaron perplejos como mi hermano entraba a la sala y tomaba asiento.

—Hoy vais a recibir al Dios, padre y espíritu san... —no terminó la frase y escupió una bola de pelo—. Perdón, que de comienzo el segundo juicio. Empezamos el juicio con los testigos, Barbie, ¿Tienes alguno?

—Sí, tengo a Guadalupe.

Guadalupe, al oír su nombre resonar por la sala, se sentó para contar lo que ella había visto.

—Yo no vi lo que pasó, pero ese día recibí una llamada de Barbie diciéndome que acudiera a su casa mientras lloraba a lágrima viva. Al llegar, descubrí que tenía múltiples morados y heridas por el cuerpo. Me contó todo lo que pasó y su madre y yo estuvimos curándole las heridas.

—¡Falso! —exclamé.

—¡Silencio, por favor! —la jueza hizo sonar su mazo—. ¿La abogada de Sebastián tiene alguna pregunta para Guadalupe?

—No —dijo la abogada mientras negaba con la cabeza.

—Muy bien, ¿Tú cuentas con algún testigo, Sebastián?

—Sí, mi hermano.

Señalé a Álvaro y mis padres volvieron a mirarlo con la misma sorpresa que antes. Él los ignoró y se levantó para testificar.

—Puedo confirmar que lo que cuenta la señorita Barbie es falso, ya que ese día a esa misma hora yo y mi hermano estábamos comiendo en el KFC con unos amigos. También tenéis el ticket y las fotos como prueba.

—¿Alguna pregunta, Francisca, defensora de Barbie?

—Y, entonces, ¿Por qué podemos observar en el vídeo como mi hija es golpeada por Sebastián?

—Quizá lo habéis editado, gracias a las tecnologías de hoy día es muy fácil falsificar este tipo de cosas, lo único que sé es que mi hermano no ha hecho nada.

—¿Alguna pregunta más, Francisca?

—No —respondió, apretando sus puños con frustración.

—En ese caso, vamos a deliberar. En dos horas tendremos el veredicto.

Todos nos levantamos de nuestros sitios y salimos afuera. Mi hermano salió por otra puerta rápidamente para no hablar con nadie.

—Esta vez creo que podemos ganar —comentó Nines, con confianza.

—¿Dónde está Álvaro? —preguntó mi madre—. Hace un momento estaba aquí...

—No sé, yo no sabía que venía hasta que lo vi cruzar la puerta.

—¿Cómo que no lo sabes? Si ha venido a testificar a tu favor, algo debes saber. Luego vamos a hablar tú y yo.

Barbie

—Mamá, ¡Vamos a perder! —le grité a mi madre, desesperada.

—Lo sé, Bárbara —respondió, apretando sus puños con fuerza.

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