Capítulo 17: Superlolo.

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Sin embargo, poco podía hacer mi hermano, que nunca hacía deporte y solo comía comida chatarra. Rápidamente fue reventado hasta el desmayo por el malagueño.

—¡Sebastián! —grité, al ver a mi hermano inconsciente en el suelo— ¡Para ya, Álvaro!

Pese a mis súplicas, el malagueño procedió a golpearme, rompiendo mi nariz en el acto. Varias jóvenes, tales como Camila o Madelaine, trataron de intervenir, pero nadie tenía la fuerza necesaria para vencer al chico. Al final, fue Lolo, un gran amigo de mi hermano, quien nos pudo separar.

—¡Chicas! —exclamó Lolo, con cierto toque afeminado— ¡Llamar a una ambulancia!

Todas las presentes rápidamente llamaron a la ambulancia ¿Una de las razones? Lolo lo había pedido. Era un chico un tanto popular, deseado por muchas chicas, sin embargo, se sospechaba que él tenía sentimientos por Abel Cortado, un compañero de clase.

—¿Uh? —mi hermano se incorporó tras el desmayo.

Madelaine fue a buscar al director y Camila la acompañó. Solsito, sin embargo, se quedó a mi lado, preocupándose por mi estado.

—¿Te duele mucho, Álvaro? —me preguntó, con cierta preocupación.

—Sí, pero, ¿Cómo está mi hermano? —cuestioné a mi mejor amiga, con intriga por el estado de mi hermano.

—Acaba de despertar —me confirmó.

Sin embargo, justo en ese instante, el otro malagueño, Mario, se acercó hasta donde nos encontrábamos todos.

—¡Mario! ¿Qué haces aquí? —preguntó Pía.

En ese momento, mi hermano se levantó del suelo muy aturdido. Mario se percató rápidamente, por lo que se dirigió hacia el susodicho procediendo a agarrarle del cuello.

—No vuelvas a hablar con mi novia, ¿Me has entendido? —me preguntó, con una mirada diabólica—. No te lo voy a volver a repetir... Si vuelves a hablar con ella, vas a ver la luz al final del túnel...

Tras decirme tal amenaza, me tiró al suelo. Respiré con alivio y salí corriendo pocos segundos después.

—No he sido tan malo como Álvaro, ¿Ves? —le dijo Mario a Pía.

—Igualmente, no deberías hacer esas cosas... —contestó la argentina y, acto seguido, se fue.

Sebastián

Llegué hasta el baño y me puse un paño mojado en agua, por la paliza que había recibido por parte de Álvaro Salazar.

—Creo que lo mejor será alejarnos de ellas, si cada vez que nos acercamos a ellas acabamos así... —hablé solo.

Madelaine

La ambulancia llegó pocos minutos después y llevó a Álvaro Martínez al hospital. Yo me acerqué a mi novio y le pregunté por qué había actuado así.

—¿Era necesario eso? ¿Por qué...?

—¿A ti te tengo que dar explicaciones? —me devolvió la pregunta, con hostilidad—. Imbécil...

—Algún día vendrá el karma a cobrar tu deuda... —murmuré y me fui, sin ganas de seguir con esa conversación.

Sebastián

Mientras estaba aún con el paño en la cabeza, las divinas se me acercaron y empezamos a conversar.

—¿Cómo estás, Sebas? —me preguntó la china.

—Ah, bien, ¿Y vosotras? —pregunté, quitándome el paño en el acto.

—No se te ve muy bien... —comentó Caterina.

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