Capítulo 16: No me crees.

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Al oír dichos golpes, Madelaine y yo empezamos a entrar en pánico y tratamos de saltar por la ventana. Sin embargo, fue demasiado tarde cuando vimos que la policía Pabla había derrumbado la puerta.

—Pablo, no entiendo –dijo dicha muchacha mexicana, sin saber que hacer a continuación.

Cogí la mano de mi amada y tratamos de hacernos paso entre las tres mujeres y salir, fracasando en el intento.

—Pablos, ¿A dónde creen que van? —preguntó otra vez, sujetándonos con su brazo izquierdo.

—¿A dónde vas Álvaro? —cuestionó mi progenitora, emitiendo un rugido similar al de un león.

Rápidamente, fuimos esposados por la policía Pabla la cual nos llevó a la comisaría de San Javier tras un largo viaje.

—¿Por qué se escaparon, Pablo? No entiendo...

—¿Eres gilipollas? ¿No ves que todos estábamos muy preocupados? —me preguntó mi madre, con furia.

—Exactamente, Pablo —la policía mexicana asintió—. Fuimos a San Sebastián porque vuestras madres me lo dijeron, y luego un chavo nos dijo que se habían ido a Irán o algo así, pero no entendí.

—Bueno, ¿Y por qué no nos podemos quedar en Irún? —cuestioné— ¿Qué más os da?

—¡Pues porque eres menor de edad! —gritó mi madre— ¿No sabes que no puedes hacer este tipo de cosas? Venga, vámonos, te vas a quedar encerrado hasta que reflexiones.

—¡No, déjame! ¡No quiero volver a casa! —exclamé, entre lágrimas.

Madelaine guardó silencio todo el tiempo. Al final, mi madre me llevó a rastras hasta casa y me encerró en mi cuarto. Tras unos segundos, mi hermano entró a mi habitación.

—Solo quería decirte que no es mi culpa. Te juro que, la primera vez, Pabla te iba a rastrear, pero cortaste la llamada y no pudo hacerlo. Se ve que Madelaine le contó todo a su hermano y acabó por confesar...

—¡Deja ya de mentir! ¡Eres un mentiroso! El hermano de Madelaine no lo sabía porque ella no se lo había contado a nadie —comencé a subir el tono de voz.

—Mira, que te lo diga la mamá, ¡Mamá! —mi hermano llamó a mi madre para que me confirmara su testimonio— ¿A qué no te dije nada?

Mi madre emitió un sonido que significaba "sí", pero se notaba que ni siquiera le había prestado atención.

—Ajá... ¡No me hables más en tu vida! ¡Fuera de aquí!

Él se limitó a obedecerme y se marchó. Me quedé llorando solitariamente, pensando en la pelirroja.

Madelaine

—Hija, ¿Por qué hiciste eso? —me preguntó mi madre, con preocupación—. Estábamos todos un tanto inquietos...

—No quiero a Álvaro Salazar, y Álvaro Martínez me ayudó a huir... ¿Por qué debo estar con él? —perdí la calma y empecé a gritar—. Porque os importa más el puñetero dinero que yo, ¿¡No es cierto!?

—¿Y con quién vas a estar si no? —volvió a cuestionar mi progenitora, aún con serenidad— ¿Con el otro, que está cada día con una? Álvaro Salazar es perfecto para ti, siempre te cuida y está al pendiente de ti.

—Eso es lo que creéis, pero no me trata bien, má... —contesté—. Ahora solo quiero hablar con Shaun a solas, ¿Me dejáis?

—Vale, pero esto no se quedará así —me respondió mi mamá y, acto seguido, se fue de la escena.

—¿Qué ha pasado? —me preguntó mi hermano—. Estaba muy preocupado por ti...

—Shaun, a nuestros padres no se lo pienso contar... —empecé a explicar—. Sin embargo, tú eres mi hermano, como mi mejor amigo, así que te lo diré... Cuando Álvaro viene a casa, es muy caballeroso, sin embargo, cuando nos dejáis a solas me tira del pelo, me pega puntapiés... ¡Álvaro Martínez me ayudó a huir, y yo lo quiero a él! ¡No lo soporto más!

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