16 Por favor

85 11 3
                                    

Hobi y yo comenzamos a escribirnos. Todos los días intercambiábamos al menos un par de mensajes durante el día, y poco a poco fuimos estableciendo una cuasi rutina de videollamadas antes de dormir.

Si bien llegaba tarde a su casa, y al otro día se iba muy temprano, me comentó que estaba muy contento con todo el progreso que estaban haciendo, y una vez que se confirmara el éxito de la primera campaña podría finalmente relajarse y volver a trabajar en horarios normales.

El primer mensaje que me envió fue la noche del viernes, avisando que había llegado bien a su casa y agradeciéndome por haberlo escuchado. Respondí casi instantáneamente, agradeciéndole por haber confiado en mí y por haber aceptado mi propuesta. 

La parte dañada de mi se escandalizó por mi velocidad de respuesta. Si bien habían pasado ya 3 años desde que el innombrable se hizo historia, el temor de ser demasiado intensa, o demandante seguía latente en mi, susurrándole a mis inseguridades como el siniestro consejero que es.

Dejé mi teléfono sobre la mesita de luz y comencé con mi rutina nocturna, que era tan simple como la de la mañana. Lavé mis dientes y mi rostro, lo humecté y hasta me tomé unos minutos para hacerme masajitos faciales. La imagen que me devolvía el espejo era radiante, y no cabía más felicidad en mi pecho. Realmente estaba muy emocionada, casi más que lo aterrada que estaba.

Luego de hacer la ronda de apagado de luces y chequeado de puertas y ventanas cerradas, me dirigí a la cama, donde ya me esperaba la Bebesa.

- ¿Te cayó bien Hobi? - Le pregunté, mientras mimaba su cabecita y me deleitaba con los ronroneos que me devolvía - Con un poco de suerte tal vez lo veamos más seguido -  Agregué, soltando una risita y tapándome la boca con ambas manos al escuchar las palabras que se me habían salido.

Me acomodé bien en la cama, tapándome con el duvet, y volví a tomar mi celular. Tenía una notificación de mensaje de él que decía "Dulces sueños, bonita", y esas tres simples palabras fueron suficientes para que las mariposas que parecían haber tomado posesión de mi estomago comenzaran su atolondrado vaivén. Respondí "Dulces sueños, guapo", apagué mi velador y me acurruqué con la Bebesa. 

Hice un ejercicio de mindfulness que me había enseñado mi terapeuta para centrarme en el presente y relajarme, haciendo espacio a esos sentimientos que estaban surgiendo en mi y permitiéndomelos. Hobi no es el innombrable. Tenes permitido sentir. Hay personas que merecen tu confianza. Hobi se esta ganando tu confianza. Todo va a estar bien. Te mereces ser feliz.

El sábado por la mañana me encontré con Jin en la puerta de la Tiendita de Hilados y Otras Magias. Era un negocio bastante grande, que oficiaba de lanería y mercería, y que además contaba con un salón donde nos juntábamos a tejer, con personas de muchas edades. Ruth, su dueña, era una señora de unos 85 años, que había sido muy amiga de mi abuela y la de Jin. Ellas tres fundaron el Club de tejido, y nosotros, junto con otros hijos y nietos, decidimos continuar con la tradición.

Como era de esperarse, ese sábado fue de tejido y chismecito. Le conté a Jin y a las otras señoras lo que había pasado el día anterior, obviando los detalles íntimos de nuestra conversación y de los besos que habíamos compartido, pero diciendo lo suficiente como para que tuvieran una idea.

Ruth estaba extasiada, ya que era una de esas señoras que, aunque tenía una mentalidad predominantemente moderna y abierta, aún buscaba que todos estuvieran emparejados y casados. No tardó en decirme que esperaba que llevara Hobi pronto al club, y cuando nos estábamos retirando, cerca del mediodía, le recordó a Jin que debía traer a Namjoon más seguido.

Cuando volví a revisar mi celular, mientras nos dirigíamos a la casa de mi amigo, noté que tenía un mensaje de Hobi, recibido a las 10:23, donde me deseaba buenos días y me contaba que iría a la oficina.

✨️DAYDREAMER✨️ [ JHS +18 ]🔞Where stories live. Discover now