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Frank Castle llevaba su maleta deportiva al hombro, había tomado un baño y se había puesto su ropa preferida: un pantalón de mezclilla negro y una camiseta oscura a juego. En la mochila llevaba su atuendo de El Castigador.

Había calculado que tenía exactamente cuarentaicinco minutos antes de juntarse con Murdock, era suficiente para ir a donde Fisk y resolver el tema de los archivos. Si no se demoraba, lo lograría.

Mientras se encaminaba a la puerta de salida de la residencia Russo, se topó con Billy:

—¿Vas a la tarde de películas en casa de Curtis? —cuestionó el pelinegro, el otro asintió en silencio.

—¿Y tú a ese "tal vez"? —replicó el castaño notando la maleta deportiva en su brazo.

—Mhm —asintió él.

Al salir, ambos se separaron dirigiéndose a distintos lados de la misma calle.

—Buena suerte, Frankie —le dijo Billy.

—Nos vemos luego —replicó Frank antes de retirarse.

Pasaron un par de minutos antes de que Billy decidiera voltear para observar a Castle caminar confiado hacia la ciudad. Se lo pensó dos veces, ¿realmente iba a hacer lo que decía? ¿o tenía que ver con el amigo en común que tenía con Wilson Fisk?

A Russo no le preocupaba lo que pudiera pasarle, sabía que era un tipo hecho de piedra que pocas veces se quebrantaba; solo veía en él lo poco que conocían el uno del otro. No sabía qué podía tener con Fisk, ni siquiera confiaba en él lo suficiente para decirle quién era aquella persona que pasaba tanto tiempo dentro de su mente. 

La misma pregunta de la mañana le llegó, ¿habrían seguido siendo amigos de no ser por el fatídico accidente que los volvió hermanos adoptivos?

—Me temo que no —susurró antes de seguir su camino.

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Los edificios se alzaban alrededor de Castle, él caminaba con paso cerrado y cuando estuvo a unas cuadras del apartamento de los Fisk se detuvo en un callejón. Entró al fondo y allí pudo ponerse su distintiva sudadera negra y el antifaz negro que impedía que otros supieran su identidad.

Su reloj apenas le daba veinte minutos para conversar con Wilson. Previamente había lanzado una piedra a su ventana para hacerle ver que había llegado, era la señal que le daba cada vez que El Castigador iba por algo.

—Veo que Frank habló contigo —dijo el bravucón al final del pasillo—. ¿Has pensado lo que te dije sobre trabajar para mí?

—No —respondió en seco—, porque no me interesa.

El otro dejó salir una risa entre dientes antes de obtener del bolsillo interno de su suéter un folder con hojas de máquina.

—Supongo que esto es lo que has estado buscando, ¿no? —inquirió Wilson— Una copia del expediente de la muerte de los Castle.

—Supongo que esto es lo que buscas tú —respondió Frank otro mostrando un manojo de billetes arrugados.

—Supones mal. Creo que me he vuelto un poco más ambicioso.

Castle bufó, no le permitiría cambiar el trato de un momento a otro. No en aquél día ni en ningún otro.

—Verás, no eres el único que busca una copia de la copia extraoficial de este archivo —se excusó Fisk—. Pero, por el respeto que le tengo a gente como tú, necesito que me des más. En cualquier momento llegará quien realmente desea hacer negocios.

Hell's Kitchen High ♡ FrattDonde viven las historias. Descúbrelo ahora