11: Contraste

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Pasos firmes bajo el cielo oscurecido, en un punto cobrizo entre el sol y la luna. Hell's Kitchen nunca había sido tan serena, contraste para la mente turbulenta de Frank Castle. El chico llevaba tiempo pensando, ¿hacia dónde se dirigía su vida?

Billy le hablaba sobre cómo le gustaría hacerse de dinero con alguna buena empresa, aunque la fogosa intensidad de la armería y la lucha contra el crimen le parecía fascinante. Castle parecía atrapado en una enfermiza prisión cíclica que le obligaba a salir cada noche a buscar porqués sin fundamentos, respuestas a muertes que parecían daño colateral de algún psicótico ataque.

El pelinegro suspiró con desdén antes de patear una botella y sentarse en la acera para tratar desahogar los sentimientos que le agobiaban, aquellos que era incapaz de demostrar con libertad y que jamás podría permitirse hacerlo.

Un disparo, contó Castle rememorando el momento en que vio a su padre caer.

Dos disparos, contó cuando su madre colapsó frente a él.

Tres disparos, cuando su hermano tocó el suelo.

Cuatro, cuando la pequeña Lisa cayó del pony.

¿Algún día lograría dejar de ver sus rostros luchar por sus vidas? ¿Algún día las lágrimas se secarían y la sangre en sus manos podría lavarse? No había manera de asegurarlo, no había forma de siquiera intentarlo.

Calles atrás alguien caminaba en su dirección.

Mochila al hombro y maletín deportivo en su mano, su mente en algún punto entre las nubes y el sol que comenzaba a salir. La ciudad nunca había sido tan callada, contraste con el pequeño golpeteo del bastón auxiliar de Matt Murdock contra el concreto. El joven llevaba tiempo pensando, ¿hacia dónde se dirigía su vida?

Todos a su alrededor parecían tener su vida resuelta en planes, metas que llegaban a otras más grandes. Murdock apenas se había desatado de un par de cadenas solo para encontrar que estaba en una jaula, el miedo que dejaba ir cada vez que portaba su traje era una especie de ilusión, efecto placebo para dolores del alma que no podían encontrar sanación.

El pelirrojo bufó al girar a la izquierda, topándose con un afligido respirar, uno que conocía pero que nunca había percibido con tanta incertidumbre. Él nunca podría admitir que ese chico le causaba estragos en cada pensar, ni siquiera podía concentrarse lo suficiente para construir sus ideas sobre él.

Una fractura, contó Murdock las heridas en su corazón recordando el momento en que perdió a su padre.

Dos fracturas, contó cuando los colores en su vida se volvieron un mundo en llamas.

Tres facturas, cuando la adopción de Stick resultó ser una trampa del anciano para cobrar caridad.

Cuatro, contó cuando se dio cuenta que lo que más valoraba de su vida debía ser un secreto apartado de quienes más quería.

¿Sería  capaz de dejar el dolor atrás? ¿El ser un yo distinto dentro de sí mismo significaba que nunca podría ser feliz a puerta abierta? Como siquiera podría saberlo, solo podía continuar porque él sabía que nada en su vida duraba para siempre.

—¿Rojo? —preguntó Frank al notarlo caminar frente a él, con sus provisionales lentes de Hello Kitty, su cabello despeinado y su camiseta mal fajada.

Murdock había pasado cerca de diez minutos en las regaderas de la escuela tomando un baño antes de ir a casa. Para su suerte, no quedaba rastro del pasto sintético ni del sudor que le provocó ejercitarse durante la tarde.

Hell's Kitchen High ♡ FrattOù les histoires vivent. Découvrez maintenant