Hell's Kitchen High ♡ Fratt

30: WAIT WHAT?

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Murdock seguía a Castle, tomando su hombro para ser guiado. La semana pasada "habían encontrado" ese lugar, entre comillas porque era el escondite que Jessica y él usaban para conversar de su investigación. Pero, mientras Jessica no estuviera allí, podían usarlo.

Las láminas los cubrían de cualquiera en el exterior, difícilmente podrían ser atrapados allí.

Desde lo que pasó en el bar de Weasel y todo el desorden que causó Wade al encontrarlos besuqueándose en el suelo, habían tenido que dejar de tener cualquier contacto físico más allá de abrazos. Por eso ese escondite era preciado, porque allí nadie les diría nada.

Frank resopló cuando accidentalmente pateó un tubo metálico y Murdock emitió una carcajada silenciosa.

—Siempre ese maldito tubo —exclamó el pelinegro con molestia.

Matt negó y sonrió, solo eso fue suficiente para esfumar el enojo del otro. Castle tomó el rostro de Murdock entre sus manos, y lo acercó para besarle. El pelinegro cerró los ojos, dejándose llevar por el suave besar del pelirrojo.

Para otras personas, el latir sincronizado y el tacto compartido con alguien que podría asegurar como alma gemela, resultaba algo fuera de este mundo, capaz de hacerles volar. Para un par de soñadores como ellos, era la dosis de realidad que les aseguraba que no todo en sus vidas eran pesadillas.

Cuando el brazo de Frank le abrazaba la cintura, Matt se sentía sujeto a la tierra. No sentía que soñaba, sentía que vivía. Las mariposas en su estómago seguían tan presentes como la primera vez, su corazón latía con la misma fuerza. Entre sus brazos se sentía seguro, se sentía fuerte, se sentía vivo.

Cuando las manos de Murdock jugueteaban con su cabello, Castle juraba que no había otro lugar en el que deseara estar. Porque, con él, todo se sentía bien. No perfecto, no irreal, solo bien. Y, para alguien con tantas heridas, eso era más de lo que podía desear: la serenidad para un sujeto emproblemado.

Una porción de cielo, una dosis de realidad, contraste puro en lúgubres vidas. Caricias al alma, luz al corazón escondido en la oscuridad. Una sola palabra: Amor.

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Karen nunca podía aguantar las ganas de sonreír cada vez que Murdock regresaba a clase con los labios enrojecidos. El invierno anterior se había acostumbrado a que llegara con la nariz ligeramente roja por el clima, pero estas veces eran distintas. Porque Matt no llegaba quejándose de la nieve, solo mordía el interior de su mejilla y mantenía sus pies juntos durante la clase.

Page bajó la mirada a su libreta y empezó a hacer pequeños rayones. 

Hace días, el pelirrojo le había sugerido que la publicara en el semanario escolar y así lo hizo el viernes anterior en la edición que imprimió a escondidas. Había sido emocionante ver cómo la gente disfrutaba más su trabajo y le pedían más copias, no como otras veces en las que se volvía solo desperdicio de papel. Quería hacerlo de nuevo pero tenía miedo de hacer otra jugada con el periódico. 

No había abierto los mensajes del grupo de chat desde el día en que intercambió los archivos y entregó su propia edición. No quería saber nada al respecto, sabía que la echarían del grupo.

Y, en el fondo, quería que la echaran antes que seguir viendo a esos tipos que no hacían nada bueno por el grupo. Tal vez era por pasar tiempo con Jones, pero le resultaba más difícil ocultar su repulsión hacia el contenido basura e irrelevante que sus compañeros hacían.