Capítulo 2

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Delle.

Semanas después. 

—Entonces es aquí, ¿eh?

Dice Carlo, mi mejor amigo, al terminar de subir todas nuestras maletas y ver nuestro asombroso piso. Aunque, justo ahora, no creo que asombroso sea la palabra con la cual lo describiría él. Tiene cara de culo, literalmente; el ceño arrugado, los labios fruncidos y esa típica mirada de desagrado que las personas hacen cuando huelen algo asqueroso.

A ver, eso lo sé, nuestro piso no tiene el mejor olor del mundo. Vivimos en un edificio con miles de estudiantes más habitando aquí, y el buen olor es lo que menos hay.

—Justo aquí, ¿Te gusta? —ya se la respuesta, pero al menos tengo esperanzas de que lo oculte un poco. Sin embargo, la línea de la esperanza imaginaria de mi cabeza disminuye una rayita al saber que este chico habla sin filtro todo el tiempo, y se disminuye otra, al escuchar el sonido de... ¿es eso una rata?

Carlo no responde, solo amplía los ojos y mira hacia todos lados.

—Genial, ya tenemos mini compañeras roedoras —Blair comenta y se encamina con sus maletas hacia una de las habitaciones—. Qué bonita bienvenida, ¿verdad, cariño? —le dice a su novio con diversión mientras se aleja.

Carlo sigue sin responder, y ahora no solo tiene cara de culo, también tiene el rostro pálido.

—Vamos, sé más positivo —le doy un golpecito en el hombro—. Tu mejor amiga y tu novia vivirán aquí por muchos meses. Necesitamos ánimos.

Le doy una mirada al panorama del piso desde la entrada del departamento, así que justo aquí tengo la vista de la sala con dos sillones azul aqua y pequeños, una mesita en medio, y más adelante, vemos la isla de la cocina con tres taburetes y nada más.

A los lados hay dos pasillos. Uno que encamina hacia dos habitaciones y un baño. Sí, compartiremos baño con dos chicas más que aún no conozco, pero que me muero por conocer. Y en el otro pasillo, esta vez derecho, están las otras dos habitaciones.

Eso es todo y me gusta. Es simple, minimalista y bonito.

—Es que enserio no puedo, este lugar huele horrible —suelta Carlo finalmente.

Lo sabía.

—Vale, muchas gracias —le digo.

—Parece el lugar perfecto en donde un asesinato puede ocurrir. Solo míralo —su voz tiembla y señala el entorno. Yo no tardo en blanquear los ojos. Carlo es un dramático como mi madre, por eso no me sorprendió cuando se vieron por primera vez y se llevaron tan bien. Se pasaron toda la tarde chismeando.

—Eso es casi imposible —bufo y tomo una de las cajas para llevarlas hacia la cocina. Tenemos mucho trabajo que hacer si queremos terminar antes de la noche.

—¿Y si sucede? —se agacha para tomar otra caja y se acerca con una ceja enarcada.

—¿Y si no sucede? —pregunto a la defensiva.

—¿Qué no has visto películas, mujer? —suelta.

—A ver, supongamos que un asesino en serie entra por la ventana —dejo la caja y suspiro—. ¿Sabes qué puedo hacer? Gritar. Gritar como loca y eso despertará a todo el edificio. Así que descuida, estaremos bien, además, algo de ese estilo no ocurre aquí.

Me encojo de hombros y él no tarda en resoplar.

Es la ventaja de vivir en un edificio lleno de adolescentes, que estoy segura de que el cien por ciento, serán mis compañeros de universidad.

Querida, DelleWhere stories live. Discover now