Capítulo 5

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Delle

Si tuviera que describir mi mañana con una escala de lo más bizarro, sin duda le daría un diez. Porque mi mañana había sido una mezcla de sucesos muy extraños.

Y hablo enserio. Esta mañana desperté con mi bandeja de solicitudes de Instagram a nada de explotar. Estaba llena de solicitudes de chicos deportistas y todos ellos, estudiantes de Louge, o eso fue lo que note al ver que Justin seguía a todos ellos. A TODOS.

Sin embargo, no me quede con la duda de no saber por qué rayos parecía que todo el equipo, ahora quería ser mi amigo, así que mi lado stalker salió a la luz. Aproveché del momento y le di uno que otro vistazo a sus perfiles, topándome con un montón de fotos de ellos en fiestas de fraternidades, en el campo de fútbol, en los viajes de equipo y en un sinfín de lugares más que gritaban popularidad en mil idiomas.

Nunca me había sucedido algo así porque, a ver, no todos los días despiertas con la noticia de que deportistas super sexys quieren que estés en su lista de amigos. Por su puesto que no es algo común, quizá y si uno que otro, pero no todo el maldito equipo.

¿Qué demonios había pasado? ¿Acaso me había dormido por toda una semana y finalmente había despertado con la noticia de que ahora era la chica popular de la universidad...? Nah, eso no va conmigo en lo absoluto.

Pero por un momento creí que se había viralizado un video mío mientras dormía o algo por el estilo. Lo que me hizo entrar en pánico al instante en el que lo pensé. Entre a todas mis redes sociales revisando que todo estuviera en orden y no fuera el nuevo chisme de la semana, y cuando no halle nada, sentí que volvía a respirar. 

—Señorita Russo.

La nube de pensamientos se desvanece de golpe al escuchar mi nombre. Elevo la mirada y me encuentro con el rostro de la señorita... ¿Camille? ¿Ese era su nombre? No lo recuerdo bien. He estado en la aburrida sala de espera de dirección desde hace treinta minutos y realmente me sorprende que aún no me haya quedado dormida en todo ese rato de espera silenciosa, con el repiqueteo de tecleas de parte de la secretaria como sonido de fondo.

—El Sr. Brooks la espera —avisa amablemente y señala la puerta de la oficina del decano con la cabeza. O, mejor dicho, la oficina en donde el rey de los idiotas se encuentra. El Sr. Brooks.

Aquí vamos de nuevo.

He tenido alrededor de seis entrevistas desde la primera vez que pisé la oficina del decano y fui entrevistada por el Sr. Brooks. Y la Adela de hace un par de semanas, estaría contentísima por haber pasado todas las entrevistas que he tenido por ahora, y por haber superado y rebasado a muchos de mis compañeros.

La verdad es que lo estoy haciendo excelente y he intentado que la actitud indiferente del Sr. Brooks no me frustre, ni me haga salir del quicio cada vez que abre la boca para soltar algún comentario estúpido. Por lo que lo he estado ocultado muy bien. Por ahora.

Pero la Adela de hoy, la que está a punto de entrar a la oficina para tener otra entrevista en donde sé perfectamente cómo terminará, está cansada. Cansada de luchar y soportar comentarios de desdén, como si solo estuviese siendo citada para burlarse de mí y recordarme que los hombres cineastas son mucho mejores. Cansada de no ser tomada en serio.

Y cansada de tener que esforzarme más que los demás, para ser considerada una persona competente y pensante.

Es una mierda.

Y sé que no soy la única mujer que ha pasado por esto, algunas de mis compañeras de clase también se han postulado por el puesto como yo, pero cada día me doy cuenta de que son pocas las siguen asistiendo. Maldito Sr. Brooks.

Querida, DelleWhere stories live. Discover now